Opinión por: Profr. Fernando Álvarez Montoya (A título personal)
“No es el rechazo visceral a la orden que usted me está dando para que la realice, sino que es el análisis serio, crítico y constructivo de lo que usted me está pidiendo que haga. Mi respuesta aunque sea su subalterno es, ¡no!: ¡hágalo usted!”. En la búsqueda de la construcción de su autonomía, es indispensable que el maestro asuma una actitud como la que se describe arriba. No es el desacato irracional a los deberes que el docente debe cumplir, sino el razonamiento del mandato dado.
Las diferentes Reformas al Sistema Educativo Nacional, -“todas las que se han implementado desde 1972 a la fecha”-, han sido aceptadas acríticamente por el grueso del magisterio nacional. Bien habría de preguntarse:… ¿sirvieron? y, la que aprobaron recientemente también llamada “Reforma Educativa”… ¿servirá? No lo creo, más bien si observamos el resultado de anteriores: naufragaron, se hundieron en la esperanza de mejorar la educación en México
El incremento en la matrícula de la educación básica no trajo consigo la ansiada modernización, ni la mejora en la prestación del servicio educativo. Las transformaciones que se han hecho partir de los 60s han atendido lo cuantitativo, y dejado a un lado lo cualitativo. No basta, ni bastó abrir más escuelas en demérito de un déficit de dar credibilidad y eficientar del servicio que se ofrece. Recular al pasado, observar el presente y, avizorar el futuro; nos dará las pautas para descubrir el origen de su estancamiento y fracaso. Son muchos los elementos que inciden y, sólo se señala al maestro como causante del deterioro del sistema educativo. No se soslaya, ni se elude la responsabilidad, cierto es que el perfil académico actual de una gran parte del magisterio nacional no responde a los intereses que representa (la sociedad) sino se amolda a los intereses – políticos económicos- del Estado, el SNTE y sus adláteres.
La ausencia de cuestionamientos a las políticas educativas que el Estado ha implementado constriñó el espacio del maestro en la construcción de un proyecto alternativo de educación. Los maestros se adherían, y se adhieren en perfecta sintonía (no todos) a los planes y programas propuestos por las “Reformas Educativas”. Sin réplica, sólo se vuelven voceros.
En el abanico de los factores críticos de las incidencias que causan la debacle educativa no sólo es el maestro como se señala. Existen varios que el Estado oculta.
Considerandos:
1.La asignación de funcionarios: de la Secretaría de Educación Pública (S.E.P.) de primer nivel, obedece más al otorgamiento de canonjías y prebendas. Es probable que el señor que vende jícamas fuera de la escuela sepa más del tema que el Secretario de Educación Pública. Amiguismo, compadrazgo es lo que permea en la S.E.P.
2. La perniciosa presencia de un sindicato corporativista, charro S.N.T.E: ha trastocado y corrompido casi en su totalidad las fibras más sensibles de la cotidianeidad del trabajo académico del magisterio. Los maestros., sin autonomía (oficialistas) han arrastrado ese lastre y enajenados no se han percatado que les han arrebatado lo más valioso que posee el ser humano: sus derechos, su libertad y, la libertad de cátedra.
3. Los maestros conocidos como disidentes:…(¿- ?) Son los que resisten, combaten la podredumbre sindical que ha erosionado la educación pública y lesionado sus derechos laborales. Cierto es, que el magisterio que disiente, transforma, construye brechas, abre caminos y tiene propuestas de educación alternativa. En cambio, el sindicato “Charro” gubernamental, pro patronal es uno de los principales factores del gran deterioro del sistema educativo. El S.N.T.E, que como rémora maligna ha envilecido y trastornado la educación pública del país.
4. La infraestructura: Alrededor del 60% de las escuelas del nivel básico se encuentran en condiciones deplorables, carecen de lo más elemental. El contexto educativo donde el verbo educar se conjuga y, se acciona en la búsqueda de la promoción y creación del conocimiento les es a los pequeños desfavorable. El barco hace aguas, (la escuela pública) se hunde y, al parecer, sólo el timonel es el responsable.
5. Formación de maestros. El asalto charril a las instituciones formadoras de maestros, el hostigamiento y persecución de las normales rurales (las pocas que quedan) han permitido un demérito en el perfil académico del egresado. Casi en su totalidad los directivos “gerentes” de estas instituciones, obedecen más criterios de carácter gansteril que académicos. La ausencia del maestro crítico, de antaño y, la presencia del maestro oficialista “ganapán” ha impactado de forma desfavorable la visión del auténtico deber ser del maestro. Secuestradas por el charrismo sindical poco o nada hacen por temor o comodidad los maestros que forman a los futuros maestros.
6. Homogenizar lo heterogéneo. El currículo oficial, los planes y programas no atienden lo diverso, es excluyente. Cortos de mira, los que “administran” el sistema educativo soslayan, la diferencia abismal que existe entre un niño tzotzil (Chiapas) y un niño de la clase media de Monterrey (Nuevo León) Pretender homogeneizar el pensamiento individualizado del niño es un atentado a su inteligencia. No hay un niño igual a otro; los adultos son los que estigmatizan y hacen la diferencia. A los niños que les es más favorable el medio son más susceptibles a mejores aprendizajes. Las profundas desigualdades sociales, la brecha enorme que existe entre la pobreza y la ostentosa riqueza de pocos causan un tremendo impacto en los más desfavorecidos.
7. El férreo control que pretende el Estado en contra del magisterio disidente y oficialista a través de la supuesta ‘Reforma Educativa “es un atentado más a la Educación Pública. Pretender mejorar el servicio educativo sin invertir es sólo un aberrante acto demagógico de los neo-administradores del país. De antemano, el fracaso de su Reforma está cantado. Ni más, ni menos.