Por: Rosalío Morales Vargas
En esa factoría de inequidades,
sombrío tugurio de desesperanza,
la envilecida urdimbre de saqueo
donde se arrastran lágrimas y ultrajes,
es el futuro un horizonte incierto
y el desconsuelo forma ríos crecidos
de sopor rutinario y vasallaje.
Pero en las atestadas líneas del ensamble,
en las insomnes mesas de trabajo,
en los huraños corredores de montaje,
palpita un corazón henchido,
un impulso rebelde
entresacado de un rincón de la conciencia.
El socavón inmundo se transforma
en fuente de emociones libertarias;
el servil pensamiento
en anhelo de lucha;
la estampa fría de cervices inclinadas
en rebosante ardor de orgullo proletario.
El panorama muta
y un mundo diferente se edifica.