Querida Sierra Tarahumara

Por: Comisión de Pastoral Indígena de La Diócesis de Tarahumara

QUERIDA SIERRA TARAHUMARA

Adaptación de Querida Amazonía

Haciendo una relectura aplicada del documento pontificio de “Querida Amazonía” en torno al cuidado de la “casa común”, la Comisión de Pastoral Indígena de la Diócesis de la Tarahumara les compartimos este folleto para tengan una mejor comprensión acerca de lo que nos invita el Papa Francisco en nuestra realidad de hoy. Esta propuesta no sustituye la riqueza del documento “Querida Amazonía”, se pretende que sea un instrumento que nos lo acerque y lo haga más comprensible, en una limitada síntesis, a su gran belleza y profunda verdad.

“Nuestro sueño es el de una Sierra Tarahumara que constituya y promueva a todos sus habitantes para que puedan reforzar un buen vivir”, pero hace falta un significativo grito profético y una ardua tarea a favor de los más pobres porque, si bien la Sierra Tarahumara (Amazonía) enfrenta una catástrofe ecológica, cabe destacar que un verdadero planteamiento ecológico se convierte siempre en un planteamiento social y debe contener la justicia en las discusiones sobre el medio ambiente para escuchar tanto el clamor de la tierra, como el clamor de los pobres. No nos sirve un conservacionismo que se alarma del clima, la vegetación y la fauna, pero ignora a los pueblos serranos.

Urge mirar y sentir lo que hay alrededor de nosotros, somos los seres vivos conscientes (humanos) que gozamos nuestra existencia, que a la vez llevamos nuestros daños y fracasos, como nuestros logros y esperanzas que nos permiten entender cada vez mejor nuestras propias vidas. En Querida Sierra Tarahumara (Querida Amazonía) se nos invita a despertar de la anestesia que nos aleja de la realidad y que nos ha envuelto de apatía e indiferencia hacia todo y todos. Más aún, el Papa Francisco nos invita a tener una “sana indignación” (Cfr. n 17) ante los pocos que lucran con el despojo y robo en todas sus formas a la mayoría de la población.

El Papa Francisco nos anima con insistencia a que los pueblos originarios se encuentren entre sí para hallar formas de comunión y lucha conjunta, que les permitirá crecer en la verdad que dignifica sus culturas. Por lo tanto, estamos todos invitados a facilitar esto sumándonos a sus causas. Hay que tener presente que ellos son los principales interlocutores, no son uno más en el grupo, son de quienes hemos de aprender y a quienes debemos de escuchar por un deber de justicia. Ellos son a los que se les ha de pedir permiso para presentar nuestras propuestas. Sus palabras, sus esperanzas y sus temores serán la voz más potente a ser escuchada (Cfr. n 26), pues son los protagonistas de su propia historia. Esto significa reconocerlos, valorarlos como “otro” con su sensibilidad, con sus opciones más últimas, con su manera de vivir y de trabajar. Estamos obligados a que todo esto sea verdad y si no lo es; a denunciarlo con voz profética (Cfr. n 27).

Nota: Cfr. Proceso de Profectar1 que se está implementando en todas las Diócesis del Estado de Chihuahua.

El cambio climático y la falta de recursos hacen salir forzosamente a muchos antiguos habitantes de la Sierra (aunque sean jóvenes en su mayoría) para irse a habitar en las orillas de la ciudades, a vivir la marginalidad en los huertos y campos de cultivo, quebrando muchas veces su propio interior al perder los patrimonios que les permitían vivir dignamente en sus territorios, formando cada vez más parte del crecimiento de la gente desechada, cuando el camino correcto sería que existieran como los portadores de otra manera plena de ver la vida que nos enriquecería a todos por su calidad humana (Cfr. n 30).

La visión que se da de la vida en las ciudades o campamentos de trabajo fuera de la Sierra es totalmente consumista, lo cual impide valorar la riqueza de las culturas serranas porque muchos quedan atrapados por el alcohol, las adicciones, la búsqueda de dinero y el placer pasajero, quedando cada vez más relegados. Por eso, se invita con fuerza a que los jóvenes amen su identidad original porque de esta raíz surgirá lo que les permitirá crecer, florecer y fructificar en donde viven ahora (Cfr. n 33). No han de olvidar sus historias porque son la sabiduría cultural que permite que haya colectividad, por eso es importante que los abuelos las sigan contando y los jóvenes bebiendo de ellas. Debemos de tener presente que el futuro será solo posible a través de la sabiduría de estos pueblos/culturas, no a través de la rivalidad y la competencia del sistema que nos gobierna, ya que nos atrapa si no ponemos cuidado. Aunque es cada vez mayor el riesgo de que se pierda esta riqueza cultural, afortunadamente ahora se empiezan a conocer sus historias y el sentido de sus costumbres, y son los depositarios de preciosas memorias que hay que cuidar. Sin duda, es gozoso el nuevo interés que hay de recuperar sus narraciones, ya que son fuente de inspiración artística, literaria, musical (Cfr. n 35).

No se pretende decir que las culturas serranas (Rarámuri-Ódame-Warihó-O´oba) se queden en el pasado o fuera de la historia del mundo de hoy, sino que sus profundos valores de espiritualidad, comunión, bondad, compromiso, resistencia, austeridad, etc. se hagan actuales entre nosotros porque nos permiten crecer con un sentido más humanitario de la vida (Cfr. n 37).

Las culturas de la Sierra Tarahumara nos hacen ver la naturaleza como un ser vivo con el que se convive. Abusar de la naturaleza es dañar la historia de los pueblos originarios pues conlleva negar su identidad. Es peor aún, nos aclaran que permitir su destrucción es lastimar a una esposa, amiga, hermana o madre que nos cuida y este daño se vuelve contra nosotros mismos. Las empresas mineras y forestales vienen a secuestrar y prostituir a esta esposa, amiga, hermana y madre que nos da vida (Cfr. n 42).

Mucho del equilibrio de poder contar con agua de lluvia que beneficia el Norte de México y el Sur de Estados Unidos depende de los bosques de esta Sierra Tarahumara. La tala irracional nos pone a todos en gran riesgo, su destrucción impide la recuperación necesaria, pues al cortar los pinos la tierra queda expuesta al sol y la erosión, resultando cada vez más árido el territorio e imposibilitado de recuperarse porque es rocoso en declive (Cfr. n 48) y así, el desierto se irá extendiendo cada vez más.

Sabemos que además de los intereses económicos de los empresarios y políticos locales están los carteles que ahora han hecho como su “botín” el bosque de esta Sierra, lo cual hace más responsable al Gobierno Federal ante lo que acontece. Por su daño hídrico (de agua) ha de ser también del interés de los organismos internacionales, de las OSC que buscan sensibilizar a las poblaciones y que cooperan críticamente para presionar a los gobiernos a que cumplan con su deber de cuidar el ambiente y los recursos de nuestras patrias, sin hacerse cómplices de los intereses espurios (Cfr. n 50).

El Papa Francisco invita a los católicos de nuestro Estado a ser fieles a nuestra vocación cristiana para que el Evangelio siga siendo ahora una buena noticia. Todo esto será posible si nos involucrarnos en esta obra como tarea de todos. La Iglesia está llamada a caminar con los pueblos de la Sierra Tarahumara como se dijo en Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida2, a ser una Iglesia con rostro rarámuri, Ódame, O’oba, Warihó que busca crecer en una cultura de encuentro hacia una diferente armonía, la cual ha de hacerse presente en la misión (Cfr. n 61), pues la verdad de Jesucristo se aproxima siempre a todos con su propuesta de vida nueva (Cfr. n 62). La opción por los pobres y olvidados nos mueve a liberarlos de la pobreza y a defender sus derechos, por lo tanto, implica reconocer a Cristo en ellos porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre que los ama infinitamente (Cfr. n 63).

El amor de Dios a cada ser humano, manifestado en el crucificado por nosotros y resucitado en nuestras vidas (Cfr. n 65), nos lleva a anunciar el kerigma3 en escucha y diálogo para así encontrar y crecer a la luz del Evangelio, pues somos una Iglesia que tiene la misión de mantener vivo el fuego más que conservar las cenizas (Cfr. n 66). Estamos llamados a ser amigos que escuchan e interpelan, como también a recoger la sabiduría de Dios que se nos da en ellos. Los habitantes de las ciudades requieren valorarla y dejarse reeducar por esta sabiduría, frente al consumismo ansioso y el aislamiento urbano. La Iglesia ha de auxiliar a esta recuperación cultural en una nueva síntesis que une al Evangelio con la vida, ayudando a las comunidades urbanas a que sean también acogedoras ante la condena de volverlos extranjeros en una tierra que antes fue de ellos. Estas acciones eclesiales brotan del amor que descubre valiosos caminos que se dan dentro de un proceso de inculturación (Cfr. n 72).
El documento de Querida Amazonía (para nosotros Querida Sierra Tarahumara) continúa con importantes consideraciones sobre la evangelización que se necesita para acompañar a estos pueblos originarios, como son la formación de los agentes de pastoral en Derechos Humanos, una atención pastoral que lleve a una relectura de los Sacramentos, de manera especial el de la Eucaristía, como también a valorar la vida Consagrada, a recuperar el importante papel de las Comunidades Eclesiales de Base, la REPAM4 como fuerza que surge desde las bases, como a la valoración siempre necesaria de lo femenino. Nos invita Francisco a no perder el horizonte y a tener una convivencia ecuménica, pues el compromiso por el cuidado de la vida expresado en los evangelios nos une a todos.

El Papa Francisco concluye con una invitación a saber contemplar el cuidado materno de la Virgen María:
Madre de la vida que en su seno formó al Señor de todo lo que existe, que se muestra como madre de todas las creaturas; en la belleza de las flores, de los ríos, de todo lo que vibra en la Sierra, cuidando con cariño esta chispa de vida. Pide a Jesús que derrame su amor en los hombres y las mujeres que aquí habitamos, para que sepamos admirar y cuidar la Sierra Tarahumara (Cfr. n 75ss.).

Notas
1. Profectar: Proyecto de Fe Compartida en Tarahumara. Proceso con casi 30 años en la Tarahumara cuyo objetivo es aprender a escucharnos mutuamente para crecer en verdad y calidad humana.
2. Medellín, Puebla, etc. Asambleas e importantes reuniones de los Obispos de Latinoamérica donde se comprometen a promover que la evangelización sea la dignificación de la vida, en una realidad de despojo y sufrimiento.
3. Kerigma. Anuncio de la Resurrección de Jesús, de que la vida vence a la muerte, la luz a las tinieblas, el amor al odio.
4. REPAM: Red Eclesial ecológica PanAMazónica, donde se pretenden sumar todos los esfuerzos por cuidar la Casa Común de la zona y es una nueva instancia de la Iglesia en América.
Les recomendamos ver la Película: The letter del Papa Francisco (Google).

Preguntas a responder
1. ¿Cómo es nuestra relación (si la hay) con los indígenas en nuestra ciudad o pueblo?
2. ¿Cómo debería ser después de leer y comprender algo más de los pueblos originarios de la Sierra Tarahumara y/o de México?
3. ¿Qué pensamos de las sequías que se han ido acrecentando cada año?
4. ¿Realmente afecta la tala del bosque de la Sierra Tarahumara en nuestro clima y lluvia? ¿Por qué?
5. ¿Qué acciones puedo hacer para cuidar nuestra “casa común”, donde vivo como familia, como sector o barrio?
6. ¿Podríamos reunirnos los vecinos o compañeros de colonia, sector o huerto para hacer acciones comunes que nos ayuden al cuidado de la “casa común”?
7. ¿Podríamos tener un conocimiento más a fondo de las culturas indígenas de nuestro Estado? ¿Cómo?
8. ¿Qué acciones podemos implementar para apoyar a los indígenas que llegan a donde vivimos, de modo que tengan un reconocimiento digno de su grandeza?
9. ¿Cómo serían las relaciones entre nosotros si vislumbramos lo sagrado de todo lo que tiene vida?
10. ¿Podrías compartir este material con algún otro amigo al que le puede interesar o ayudar?

Apéndice:
“Me hago presente porque, ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que escojamos. Me hago presente porque la devastación de la creación es una ofensa a Dios, un pecado no sólo personal sino estructural que repercute en el ser humano, sobre todo en los más débiles; un grave peligro que pende sobre cada uno y que amenaza con desencadenar un conflicto entre generaciones. Me hago presente porque el cambio climático es «un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana» (Exhort. ap. Laudate Deum, 3). Me hago presente para formular una pregunta a la que estamos llamados a responder ahora: ¿trabajamos por una cultura de la vida o de la muerte? Les pido de corazón: ¡escojamos la vida, elijamos el futuro! ¡Escuchemos el gemido de la tierra, oigamos el clamor de los pobres, demos oídos a las esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños! Tenemos una gran responsabilidad: velar porque no se les niegue el futuro”.

(2 de Diciembre del 2023 del Papa Francisco a la ONU en la Convención sobre El Cambio Climático).

Atentamente:
Comisión de Pastoral Indígena de La Diócesis de Tarahumara