Crónica del “Caballo de Troya” y el maestro que utiliza a los niños

Por: Dr. Jesús Adolfo Trujillo Holguín

Soy un maestro comprometido con la educación y con el desarrollo del pensamiento crítico. Aspiro a que la escuela se convierta en un factor que marque la diferencia en la vida de las niñas, niños y jóvenes, sobre todo en aquellos que se encuentran en mayor desventaja social. Valoro inmensamente el papel de la escuela pública como medio para asegurar la equidad social y estoy convencido que debemos fortalecerla porque en ella está la educación del pueblo, de las familias que no tienen acceso a “la otra” educación.

Hoy por la mañana realizamos un paseo escolar al Palacio de Gobierno, a la Casa Chihuahua y al Templo de San Francisco para revisar la Ruta de la Independencia y en un acto de exigencia hacia las autoridades, ocupamos 5 minutos en el patio del Palacio de Gobierno para corear con los niños la frase ¡Queremos libros! ¡Queremos libros! Posteriormente dedicamos 20 minutos para tomar el “lonche” y en ese inter nos apropiamos del espacio público de la calle Libertad –resalto, en la calle Libertad- para poner un tendedero con cartas elaboradas por los alumnos en donde se dirigen a su gobernadora para pedirle la entrega de los libros de texto gratuitos.

Sin contar el receso que las y los niños usaron para comer (porque el profesor y una maestra lo ocupamos para pegar las cartas), el total del tiempo destinado para la visita fue de 250 minutos y tomar 5 minutos de ese total causó tal incomodidad como para que la Secretaría de Educación y Deporte abriera una investigación en contra del profesor que “usó a los alumnos” para una protesta.

Lo que causó la incomodidad no fueron los 5 minutos, ni el tendedero de cartas. Lo que caló hondo es que un grupo de alumnos, alumnas, maestros y padres de familia acompañantes, cual Caballo de Troya, ingresaron al recinto de todos los chihuahuenses –el Palacio de Gobierno- con las autorizaciones debidas, y gritaran a la gobernadora que querían sus libros.

Nadie lo vio venir. Hay quienes piensan que los niños y las niñas no son capaces de pensar, que no sienten, que no tienen el derecho a expresar sus opiniones, que deben callar y creer ciegamente en lo que dicen los adultos. Algunos piensan que la realidad que se vive con la retención de los libros de texto gratuitos es algo que no preocupa a los menores, que están ajenos a ese tema. Todo lo contrario. Resulta que los y las niñas piensan y sienten.

Quizás cala aún más saber que hay algunos maestros que nos estamos apropiando de los principios de la Nueva Escuela Mexicana y que en verdad queremos un cambio en nuestra sociedad, que queremos que la escuela analice la realidad en la que viven los alumnos y sus familias, que queremos que la escuela sea un factor de cambio en las problemáticas que tenemos en esta comunidad de la cual formamos parte y que los ciudadanos tomemos partido cuando hay violaciones al estado de derecho.

Con este acto ciudadano que vivimos la mañana de hoy, me quedan claras las razones por las cuales hay tanta oposición, no solo hacia los libros de texto gratuitos, sino hacia los principios de la Nueva Escuela Mexicana. A quienes ostentan el poder les incomoda una sociedad pensante, pues siempre es preferible la ignorancia, que se traduce en indiferencia y en dejar que otros resuelvan los problemas de nuestro alrededor o en tomar posiciones “neutrales”.

Aun no terminábamos nuestra visita escolar cuando ya nos esperaban en la escuela funcionarios de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua para buscar por donde llegaría la sanción para los maestros que se atrevieron a llevar a sus alumnos y alumnas a una visita escolar en la que gritaron en el Palacio de Gobierno, por exigir que se respete su derecho a la educación y a recibir los materiales necesarios para el aprendizaje.

El Gobierno del Estado de Chihuahua ahora carece de argumentos para continuar con esa postura violatoria del interés superior de la niñez y se excusa en decir que el asunto está en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como si la controversia constitucional hubiera llegado sola hasta allí. Lo único que hacen es avanzar en un callejón sin salida.

Si van a investigar al maestro que “utiliza a los niños”, desde ahora les adelanto que es cierto. Los he usado para corear la frase “Queremos libros”, los he usado para pintar la barda de su escuela, los he usado para impermeabilizar los techos de la biblioteca, los he usado para barrer su salón de clases. Soy culpable de involucrarlos en los problemas de su comunidad, los he usado para plantar árboles, para que cultiven su huerto escolar. Los seguiré “usando” para todo lo que esté dentro del marco de la ley, en lo que marca nuestra política educativa a nivel nacional.