Admirables l@s de nuevo ingreso al magisterio

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

Denigrante resulta el trato de las autoridades hacia los maestros y maestras de nuevo ingreso a la familia magisterial; su peregrinar inicia desde el momento mismo de la emisión de la convocatoria del USICAMM; desde ahí la indolencia, desde ahí ese maltrato.

Con reglas poco claras, ambiguas y sin que el ente regulador del proceso se digne a orientar o guiar a los aspirantes, es que los sustentantes se incorporan a una dinámica poco alentadora.

Si la inoperancia de la USICAMM, con sus injusticias y falta de criterio lo permite, por fin los enlistan para ofrecerles su plaza, mismas que solamente se las exhiben pero sin dar la oportunidad de saber el origen ni tener la certeza de que efectivamente esas son las que en realidad están disponibles y en qué carácter.

Aliviados podrían sentirse quienes tienen la fortuna de asignárseles su lugar, pero la sorpresa preparada es que su pago tarda ¡lo menos 3 meses, habiendo casos de hasta un año! Para que sus  servicios sean debidamente remunerados.

Ilógica y humillante la concepción que la autoridad tiene para con los maestros y maestras de nuevo ingreso, no es concebible el que tengan que esperar tanto tiempo, máxime que la gran mayoría de ellos se ubican en zonas y regiones alejadas de su hogar, por lo que la instalación en sus nuevos domicilios cuesta y bastante; la renta y los recibos no esperan, son solicitados puntualmente.

Hace falta ser valiente, y bastante, para aceptar las condiciones en que ingresan, no cualquiera se atreve a soportar tal nivel de desdén y atropellos; por ello, los y las docentes que están ocupando esos espacios en las aulas merecen el reconocimiento generalizado por su vocación, por su entereza y disposición, a pesar de los pesares, por llevar la educación a niños, niñas y adolescentes.

Del sueldo de un maestro recién ingresado al sistema mejor ni hablamos, sus percepciones ni de lejos corresponden al compromiso y responsabilidad que conlleva su esforzada labor. Gran tarea tienen los responsables de las asignaciones presupuestales para otorgarles, con justicia y empatía, un salario digno.

Por todo lo anterior, valga entonces la admiración para aquellos y aquellas que no obstante tanta desmotivación siguen de frente en su misión de educar.