Del reconocimiento personal al reconocimiento social del docente

Por: Maestra Nohemí Domínguez Varela

Esto de la pandemia sí que nos afectó y nos nubló la razón. Mientras que el Secretario de Educación Esteban Moctezuma Barragán dio un emotivo discurso en la conferencia mañanera del martes 21 de abril, diciendo a los alumnos  y padres la importancia de quedarse en casa y a los trabajadores de la educación  que se está revalorizando al maestro porque ahora vemos lo necesarios que somos en la sociedad, e hizo hincapié en lo importante que es la salud física y mental de los niños, pues ante la situación de aislamiento todos podemos ver afectaciones en la salud emocional y por lo tanto es momento de acompañar a los niños.  Por otro lado, nos hemos dado cuenta de la lamentable noticia de que muchos maestros entendieron precisamente lo contrario.

De pronto  los padres de familia están  trabajando con sus hijos, poniéndolos a ver programas de televisión o a resolver ejercicios que el maestro ha mandado para que se realice diariamente. Los padres se han dado cuenta de la importancia de nuestro trabajo en el aula y han aprendido a valorar la paciencia  que mostramos ante sus hijos, sobre todo aquellos que son llamados constantemente por el maestro para decirle que su hijo no quiere trabajar en la escuela. En otras palabras, se dieron cuenta de que el problema no somos los docentes.

Ahora bien, ese  respeto que pudieron sentir por nosotros cuando empezaron trabajos de la escuela con sus hijos se fue desvaneciendo poco a poco, porque muchos simplemente mandaron un sin fin de tareas a los alumnos para que resolvieran. Hubo quienes se quejaban por trabajar desde casa y pusieron muchos pretextos para ello, después se las ingeniaron muy fácil, mandaron la lista de los canales de televisión y una planeación que  está hecha al modo de estudiantes que efectivamente no son los que atendemos, no son los propios, por lo tanto, resultaba imprescindible hacer ajustes a la misma y obtener tu propio plan, ese que resultará funcional y sobre todo menos estresante para el niño. Aunque también han manifestado que los docentes están siguiendo órdenes de las autoridades inmediatas y que ellos son quienes están hostigando para que se realice el trabajo de esa manera, lo cual, dicho sea de paso, si esto fuera cierto lo correcto es desobedecer ya que no se puede exigir ni dar trato así en medio de una situación como la que estamos viviendo.

Y siguiendo con el tema de las planeaciones ha sido desmotivador saber y ver que algunos compañeros ni siquiera verificaron la ortografía de las planeaciones, tampoco el horario desfasado que tenemos en relación con la CDMX, así que menos les importó meter a los alumnos y a los padres de los diferentes niveles educativos en apuros y generar más estrés del que ya de por sí vivimos con tanta desinformación y el encierro.

Mi pregunta a los docentes sería entonces: ¿Cómo creen que el trabajar en línea es solo atiborrar de tareas a los alumnos? No se diga en nivel secundaria y preparatoria donde se supone que los maestros están más preparados con el uso de las tecnologías o bien pueden contar con alguna plataforma.

Escuelas secundarias en Ciudad Juárez dónde los alumnos han tenido trabajo excesivo en estas dos semanas, y han amenazado con poner exámenes para evaluar.  Como ejemplo alumnos de la Secundaria Técnica 48 de Ciudad Juárez y sin ir más lejos personalmente lo veo con alumnos del Colegio de Bachilleres porque mi hija cursa su educación preparatoria ahí.

En el Colegio de Bachilleres no hay clases en línea, pero si hay bastante tarea por realizar, tanta que ahora realizan mucha más tarea que cuando van a clases regulares, todo por medio de una plataforma llamada Edmodo.

En contraste la Universidad de Ciudad Juárez se tomó las cosas con más  calma, lo atribuyo a que ellos sí manejan plataformas de estudio y además saben que las clases virtuales son importantes y deben de ser valoradas, pero sobre todo utilizadas como una herramienta más del aprendizaje. Lo digo con conocimiento de causa pues mi hija cursa ahí la carrera de Derecho, misma que por su esencia conlleva muchas horas de lectura y trabajo, así que los alumnos de la Universidad están trabajando casi normalmente y tienen tiempo para hacer tareas y descansar. Hecho que se hace llevadero  en comparación de los niveles anteriores donde sólo se mandan trabajos de carga excesiva y en algunos casos no se toma en cuenta las necesidades educativas que algunos alumnos pueden tener y que todo ello hace que el trabajo educativo se convierta en un peso más que se le agrega a la situación emocional tanto para los niños como para los padres de familia quienes están a cargo de ponerlos a resolver los ejercicios en casa.

Todo lo anterior es un hecho por demás desfavorecedor para la figura del docente, quién a la vista de muchos padres de familia ha mostrado una gran falta de empatía hacia ellos y sus hijos.

Yo soy maestra y no ha sido fácil trabajar de esta manera, tampoco lo ha sido el encierro y el miedo de contagiarse, pero a diferencia de muchos tengo un trabajo estable y un sueldo seguro, mismo que gano a raíz de haber estudiado una carrera en Educación Primaria y una maestría en Práctica Docente, así que por todo esto debo de dar lo mejor de mi como profesional de la educación y ser un punto de apoyo para mis alumnos y padres de familia.

De ninguna manera debo de convertirme en un agente para que las familias adquieran más estrés del que ya viven, tampoco necesito estirar más la delgada liga que soporta en muchos casos la convivencia familiar y que puede provocar violencia en las casas de mis alumnos.

Compañeros docentes, los invito a ser más empáticos, más comprometidos y responsables para con nuestras sociedades. Seamos parte de la calma, no del caos. Manténganse en contacto con los alumnos y no se dediquen a evaluar tareas y a querer terminar contenidos, menos a dejarle la responsabilidad de la enseñanza a los padres de familia, porque entonces ¿con qué cara les vamos a decir que ellos nos dejan la responsabilidad de educar a sus hijos? Los padres no son sus maestros ni los maestros somos sus padres. ¿Queremos revalorización? Empecemos por darnos el valor nosotros mismos.

Aquí dejo un esquema tomado del libro de Carolina Domínguez Castillo titulado «La persona del Docente, del reconocimiento al olvido»  Doctora en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco y docente en la UPN del Estado de Chihuahua. Aquí muestra la naturaleza del trabajo docente por lo tanto es comprensible por qué los padres de familia no van a poder ser los maestros de sus hijos. Es bueno analizarlo  y recordar de todo lo que se compone nuestra profesión.