Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Las contiendas electorales, de cualquier tipo y en cualesquier ámbito, generalmente revisten pasión y una alta dosis de sentimentalismo por unos u otros candidatos; es natural, como seres humanos nos impregnamos de esos matices que hacen especiales esos procesos.
No obstante, me llama la atención lo que sucede en la víspera de que salga una convocatoria para la renovación de las dirigencias sindicales magisteriales; las secciones 8 y 42 del SNTE en poco tiempo estarán inmersas en una disputa electoral histórica, sin precedentes y que marcará un antes y un después tras su definición y posterior conformación.
Diatribas, insultos, menciones poco gratas hacia familiares y una larga lista de acciones carentes de la más mínima y elemental educación y decencia se han lanzado en todos los espacios cibernéticos los distintos seguidores de quienes probablemente conformen una planilla, porque hasta el día de hoy todos son sólo aspirantes mientras no haya iniciado el proceso.
Me parece lamentable en que al calor de una elección que aún no empieza, algunos maestros y maestras se estén dedicando constantemente a denostar y a hablar mal de quienes equivocadamente suponen son sus enemigos y no compañeros y colegas que en lo futuro simplemente representarán posturas antagónicas.
Olvidando por completo incluso los preceptos constitucionales consignados en el Art 3° de luchar contra el fanatismo y los prejuicios, algunos desatan su ira en las diferentes redes sociales, manifestándose así en auténticos fanáticos, justo en lo que deben evitar.
Las instituciones son y permanecen por su gente, los sindicatos son y permanecerán respetando su génesis en la medida en que su fortaleza siga radicando en su base. Crear divisionismo o generar polarización entre sus agremiados será la oportunidad perfecta para que la parte patronal aproveche la coyuntura y promueva la pérdida de prestaciones.
No es creando un clima de revancha, de permanente golpeteo o de evidenciar una clara y negativa carga emocional personal o grupal como el SNTE debe de transitar en estos tiempos convulsos. Sí, hay pasión pero ésta no debe sobrepasar los límites del respeto al adversario momentáneo.
Las posturas pueden ser encontradas, contrapuestas, sin embargo, el fin es conservar un sindicato genuino, legítimo vía convencimiento y propuesta. Ignorar a quienes pretenden apropiarse de la absurda filosofía de “estás conmigo o estar contra mi” puede ser una buena fórmula.