Por: Pbro. Camilo Daniel Pérez
Ante todo, para evitar malos entendidos con lo de la liberación masculina, debo aclarar lo siguiente: Estoy convencido de que la única manera de lograr una auténtica y profunda liberación masculina, la cual necesitamos urgentemente, es a través de una profunda liberación femenina.
Tal vez sea muy categórico decirlo, pero realmente este sistema patriarcal en el que ancestralmente vivimos y nos deshumaniza tanto a victimarios (“machos”) como a víctimas (“hembras”), no lo podremos cambiar si no cambiamos ese conjunto de “creencias” basadas en “la fascinación de la masculinidad” por la que prevalece el dominio del hombre por ser hombre (macho) y la subordinación de la mujer por ser mujer (hembra). Esto genera una serie de conductas, acciones, discursos y valoraciones injustas, discriminatorias, prepotentes y agresivas a todo lo que se considera femenino. La mujer solamente vale en referencia al varón, tanto cuanto le ayude en su realización y misión de dominio. Con esta mentalidad, es antifeminista decir que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer” o exaltar “la hermosa, maravillosa y nobilísima tarea de la maternidad” como sinónimo de reclusión en el hogar.
En este sistema patriarcal y machista al hombre le están prohibidas las manifestaciones de afectos, emociones o sentimientos como la ternura, pues se consideran preponderantemente femeninas y, por tanto, signos de debilidad. El varón debe reprimir estas manifestaciones (“los hombres no lloran”) porque su grandeza radica en su fuerza y en ser vencedor de todas las batallas.
La actitud misógina, de aversión contra la mujer, lleva a la sociedad misma a descalificarla moralmente considerándola como “peligrosa” por seductora, coqueta y débil por sus inclinaciones sexuales; Sin embargo, se da una doble moral para el varón y para la mujer. Se exhibe la sexualidad y el cuerpo femenino, pero con referencia al varón para que se complazca en ella, admire su belleza y la disfrute. A todo esto. Tenemos que añadir que la exacerbación de la violencia contra la mujer lleva al extremo de los feminicidios, es decir, al asesinato de las mujeres por el sólo hecho de ser mujeres.
Por toda esta mentalidad machista que permea a la sociedad entera y al mundo en su totalidad, es importante reconocer que una auténtica liberación del ser humano, hombre y mujer, deberá pasar necesariamente por la liberación femenina.
No sólo deberemos darnos cuenta con la campaña “el nueve ninguna mujer se mueve” de lo necesario que son las mujeres en el mundo y las valoremos, no como la “media naranja” que los hombres necesitamos, sino que vayamos al fondo de las cosas, a un profundo “desarme cultural” del machismo y seamos capaces de “desaprender” para “aprehender” todo aquello que nos lleve a una “equidad de género” en la que a la mujer se le valore y se le respete por el simple hecho de ser mujer y no se le considere nunca más como “un hombre mal hecho”. A medida que lo logremos, el hombre irá dejando de ser un “macho” para transformarse en un simple, sencillo y transparente “ser humano”. La brecha para nuestra “liberación masculina” la están abriendo una pléyade de mujeres y personas feministas que seguramente cambiarán en un futuro no muy lejano nuestras relaciones humanas que serán más justas, equitativas, saludables y portadoras de paz. Bienvenida la liberación femenina a la que deberemos sumarnos hombres y mujeres para bien de todos y todas.