Por: Rosalío Morales Vargas
El sufrimiento es enorme
Inaudita la violencia
Son los niños sometidos
A daños que les cercena
La vida con impiedad
En su breve edad tan tierna
Desde aquel trágico otoño
A la inicial primavera
El horror se apersonó
Por una bárbara guerra
Enfermedades y balas
Hoy al mundo le recuerda
Que el rugido de las bombas
Tiene tonadas siniestras
Y el bloqueo de medicinas
Es una imagen dantesca
Y el hambre es el ariete
De la maldad gigantesca
Que entre las ruinas y escombros
Se asoma para hacer mella
Y erosionar voluntades
Entre la congoja extrema
El agobio interminable
De niños, herida abierta
En la humanidad absorta
Con sopor y con sorpresa
Viendo a la niñez de Gaza
Solitaria y en su pena
Con cicatrices del alma
En sus ojitos de almendra
Derramando a borbotones
Sus lágrimas en la arena
Entre la ansiedad y el miedo
La angustia y la tristeza
Al cerrarse las salidas
A su pesadumbre intensa
Llevando a cuestas el luto
Pesado como una piedra
Mientras el imperio inicuo
Sin ápice de vergüenza
Con hipocresía y cinismo
A los sionistas alienta
A seguir el genocidio
Haciendo gala de fuerza
Esparciendo muerte y odio
La crueldad como bandera
La usura y el bandidaje
Con salvajismo congregan
Pero olvidan una cosa
Los pueblos oyen arengas
De solidaria ternura
Y se salen de su celda
De molicie y dejadez
De apática indiferencia
Y se aprestan a brindar
Su apoyo a esta tierra
Para que niñas y niños
Con alegría sin fronteras
Vivan su infancia felices
Escapando a las tinieblas
Pues no hay duda, en Palestina
Seguirá la resistencia.