MOSCÚ. Más de 260 millones de cristianos ortodoxos celebraban este domingo la Pascua bajo condiciones excepcionales, pues las autoridades pidieron a los fieles quedarse en casa, aunque en algunas zonas celebraban la fiesta con normalidad.
En un discurso televisado, el patriarca ruso Kirill destacó «la terrible enfermedad que ha tocado a nuestra gente».
«La iglesia esta vacía pero estamos juntos, una gran familia de creyentes ortodoxos», añadió.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, no acudió a un servicio como de costumbre, sino que visitó una capilla en su residencia en las afueras de Moscú.
Los ortodoxos, tercera rama más importante del cristianismo en número de creyentes, celebran la resurrección de Cristo siguiendo el calendario juliano, a diferencia de católicos y protestantes que usan el gregoriano.
Hace una semana las ceremonias católicas de Pascua dieron lugar a escenas inauditas, con lugares de culto desiertos, como la plaza de San Pedro del Vaticano.
Fue uno más de los contratiempos provocados por el coronavirus, que ya causó más de 160 mil muertes en todo el mundo y obligó a confinarse a media humanidad.
Los ortodoxos vivían una experiencia parecida, aunque Europa oriental y los países de la extinta URSS están menos afectados por la epidemia que Occidente.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, quien niega la gravedad de la epidemia, visitó una capilla en la campaña.
«No apruebo a quienes han cerrado a la gente el camino hacia la iglesia», subrayó, citado por la agencia estatal de noticias Belta.
En Georgia, centenares de personas asistieron a una misa de medianoche en una catedral de Tiflis.
«Habría podido quedarme en casa y ver misa por televisión, pero en esta iglesia encuentro serenidad», destacó Lamara Jvania, de 58 años.
Esto, a pesar del toque de queda por la epidemia. Pero, el gobierno cedió a la presión de las autoridades religiosas y permitió los servicios religiosos.
El patriarca Ilia II, jefe de la Iglesia Apostólica Ortodoxa de Georgia, ofició un servicio en la Catedral de la Santísima Trinidad de Tiflis, una de las más grandes del mundo de esta comunidad.
‘MEDICINA ESPIRITUAL’
Para atajar la propagación de la pandemia, Kirill, cuyo Patriarcado afirma ser el que más fieles tiene en el mundo (150 millones), recomendó seguir las ceremonias desde casa.
No obstante, muchos lugares de culto abrieron este domingo en decenas de regiones de Rusia, donde hay casi 37.000 casos de coronavirus y más de 300 muertos.
Tanto en Moscú como en su región -principal foco epidémico del país- los servicios se realizaban a puertas cerradas.
El Patriarcado ecuménico de Constantinopla, Turquía, también anunció que las misas están cerradas al público y se retransmiten por Internet.
Lo mismo ocurre en Chipre, Grecia, Serbia, Macedonia del Norte y Egipto, donde hay más de 10 millones de coptos ortodoxos.
La Ciudad Vieja de Jerusalén, siempre repleta por la Pascua, estaba desierta este fin de semana por las medidas de confinamiento ordenadas por Israel.
En Rumania, las iglesias también cerraron pero algunos sacerdotes voluntarios realizaban acciones puerta a puerta, guardando distancias, para repartir pan bendecido y el fuego sagrado, símbolos de la Pascua.
«Si podemos ir a la farmacia por medicinas para el cuerpo ¿por qué no podemos ir a la iglesia por nuestras medicinas espirituales?», preguntaba Monica Georgescu, septuagenaria que vive en Bucarest.
Varias iglesias de todo el mundo se opusieron a las medidas de confinamiento para celebrar las fiestas más importantes del calendario ortodoxo con la mayor normalidad posible.
En Bulgaria, los lugares de culto permanecen abiertos aunque, en principio, casi vacíos. Los fieles deben portar mascarillas y mantener las distancias de seguridad.
En Ucrania, el presidente Volodimir Zelenski invitó a los fieles a quedarse en casa, pero la Iglesia ortodoxa, que depende del Patriarcado de Moscú, los incitó a reunirse al aire libre.
En Líbano, donde hay varias comunidades ortodoxas, las iglesias estaban cerradas y las calles desiertas.
«Es la primera vez que vivo un domingo de Pascua como éste. Ni ceremonia religiosa, ni almuerzo familiar», lamenta Afaf, de 76 años, en el norte de Beirut.
Para algunos, estas celebraciones recuerdan horas oscuras.
«Estas Pascuas son como en la dictadura cuando nos encerrábamos en casa, puertas y ventanas trancadas para encender una vela, por temor a terminar en prisión», rememoró Tatjana Jani, de 72 años, en Albania, donde la religión fue prohibida durante el régimen comunista.
FUENTE: excélsior