Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Cosa común para la familia magisterial ha sido, y es, el procurar el bienestar de sus estudiantes; crear los ambientes físicos y socioemocionales indispensables para lograr una educación integral, no obstante, existen factores externos que en infinidad de ocasiones inhiben la consecución de dicha metas.
Hoy día, el factor climático es una de las circunstancias que el personal al servicio de la educación sufre junto con sus alumnos y prohíbe crear las condiciones óptimas necesarias en la aprehensión de saberes y conocimientos, no obstante, al parecer, a las “sesudas” autoridades educativas les pasa de lado dicha situación y siguen firmes en mantener su decisión de mantener el calendario escolar que desde la comodidad del escritorio definieron hace un año.
Carencias en infraestructura y equipamiento, con instalaciones deplorables e insuficientes, aulas que se convierten en un infierno, bebederos y baños sin agua, tinacos (quienes los tienen) sin el vital líquido, canchas y plazas cívicas sin domo o al menos mallasombra que mitigue los inclementes rayos del sol, energía eléctrica en constante falla y un sinfín de carencias que desnudan a la escuela pública son ignoradas por los mismos que tienen la obligación de tenerlas en adecuadas condiciones.
Pero para que se note la empatía y la solidaridad, para educación básica, hace días autorizaron amablemente la reducción de una semana para la asistencia presencial de los alumnos, ¡Bárbaros! ¡Muchas Gracias!, sin embargo, los maestros y maestras, resilientes, flexibles y aguantadores que no sufren por las altas temperaturas, que todo soportan, saldrán a su receso escolar el mismo día contemplado con anticipación, faltaba más.
Se nota que al hacer esos “comprensivos” cambios no piensan en que muchos y muchas maestros, maestras y personal de apoyo a la educación tienen hijos e hijas que, sin clases, o éstos deberán acompañar a sus progenitores a sus centros de trabajo, los encargarán con los siempre cariñosos abuelos, tendrán que pagar a alguien para que se los cuiden o bien, decidirán dejarlos solos en casa con el consabido riesgo que esto implica, es decir, la mágica solución conlleva problemas y necesidad de ajustes a la dinámica familiar. ¿De verdad es complicado definir adelantar que toda la comunidad educativa salga al mismo tiempo para cuidar su salud física y emocional?
El calor, el hacinamiento y la propia naturaleza de los niños y jóvenes convierten en insostenible el respeto al calendario escolar actual y exigen tomar medidas para su debida modificación para todos. Los docentes también merecen ser comprendidos.