Por: Rosalío Morales Vargas
Envuelto en un sudario de rechazo,
se marchó sin rendir cuentas cabales,
no lo alcanzó la maza justiciera,
sus crimenes quedaron en el aire.
Chacal en envoltorios de abyección
fue artífce de múltiples masacres;
la befa popular hoy lo acompaña,
es seguro que no lo llora nadie.
Arrogancia enhebrada en el sigilo,
imprecación brutal en el lenguaje,
su deleite el cultivo de dobleces,
de buitres su festín del aquelarre;
un monumento del oportunismo,
un hombre sin escrúpulos morales,
sembró los vientos de la hipocresía
y cosechó un turbión de tempestades.
Lo apremiaron afanes compulsivos,
con vesania enlutó muchos hogares,
estimuló una guerra encarnizada
contra mujeres y hombres ejemplares,
lo persiguió el grito de las Doñas,
porque anegó el país de lodo y sangre.
Presentes 2 de octubre y 10 de junio,
Echeverría al cadalso como un lastre.