Por: Rosalío Morales Vargas
¿Quiénes son esa madres que luchan en lo ignoto,
desde la angustia de los pasos irredentos,
desde un lugar donde palpita incertidumbre,
desde oteros envueltos
en brumas del olvido y el silencio?
¿Quiénes son esas madres que no se han extraviado
dentro del laberinto desolado y yermo,
del escarnio, la abulia y el desprecio,
que soportan tormentas de improperios,
y el aire tóxico del desdén amotinado?
¿Quiénes son esas madres que en ciénagas infectas,
rebosantes de odio y podredumbre,
no se manchan en el litoral de la ignominia,
ni sucumben ahogadas
en el profundo pozo de la infamia?
¿Quiénes son esas madres que caminan en penumbras,
en los desiertos áridos de la afrenta y la vileza,
entre salobres gestos de bullicio indiferente,
pero que no se habrán de detener
ante los velos corrosivos llenos de ponzoña,
de la bajeza, la maldad y la abyección?
Son las madres buscadoras de esperanzas,
precursoras de amaneceres de alegría,
prendedoras de luz en las tinieblas,
ahuyentadoras de pesadillas cataclísmicas,
constructoras de amor en los baldíos,
son simplemente madres
que en susurros musitan los nombres de sus hij@s.