Opinión por: Benjamín Carrera
En la política como en la vida, hay ciclos que se cierran permitiéndonos hacer un balance dando además oportunidad a corregir el rumbo de ser necesario. En estos días se cumplió el ciclo del presidente López Obrador, cuyo inicio de sexenio, así como su administración ha sido sin duda controversial principalmente por disruptiva.
El romper con viejos esquemas resulta para algunos, por decir lo menos, incómodo; afortunadamente hay quien siempre vio con buenos ojos, la auténtica transición hacia una auténtica democracia que revirtió la decadencia heredada por los gobiernos neoliberales.
De entrada, se reformó de manera contundente la Constitución Política para restituir su sentido revolucionario, aunado a la promoción de legislación y políticas orientadas a erradicar el entreguismo de los gobiernos anteriores, así como minimizar sus estragos.
Cerrando la administración con el 73% de aprobación a su mandato, mención especial merecen los apoyos sociales, a los que el 75% de las y los mexicanos evaluaron de manera favorable y el Banco del Bienestar se ha convertido en la institución con mayor cobertura en todo el país, dispersando a favor de la población una cifra cerca a los $750 mil millones de pesos cada año.
Habría que sumar además que cada mes, cien mil mexicanas y mexicanos dejan la condición de pobreza en la que estuvieron sumidos gran parte de su vida; parte importante para ello ha jugado el otorgamiento de apoyos a personas adultas mayores, personas con discapacidad y estudiantes que permiten aumentar sus oportunidades.
El magisterio también se ha beneficiado con el aumento del 48% de los sueldos para este importante sector, basificando a cerca de un millón de maestras y maestros, lo que ha contribuido además a reducir la deserción escolar en todos los niveles educativos.
En materia de economía, escalamos tres posiciones a nivel mundial, alcanzado el lugar número doce, lo cual no es indiferente para la mitad de las y los mexicanos quienes han manifestado su apoyo al manejo de este rubro por parte del Presidente; de la mano de los beneficios a nivel económico, van las obras insignia de este sexenio, las cuales abonan al desarrollo y fortalecimiento con infraestructura nunca antes vista: un nuevo aeropuerto internacional, una aerolínea Mexicana, la refinería de Dos Bocas ya en funciones y el retorno del sector ferroviario para pasajeros con el Tren Maya son algunos de los principales logros alcanzados en este sexenio.
Hablando de dinero, la deuda de este sexenio es la que ha tenido el menor crecimiento y el peso mexicano no solo no sufrió devaluaciones, sino que se fortaleció frente a otras monedas; la economía de las familias también mejoró dado que, durante esta administración, se generaron en promedio anualmente 30% más empleos que durante el sexenio de Peña Nieto. A pesar de las severas críticas y de la desesperanza de algunos, la economía salió avante de uno de los peores sucesos vividos a nivel global: la pandemia por COVID-19 que resultó devastadora para algunas naciones, pero al que México pudo hacer frente e incluso fortalecerse tras su paso.
Más que hacer un recuento bien merecido de los aciertos, les guste o no, de la mano de AMLO hemos hecho historia; hay que reconocer que la ciudadanía ha hecho ya un enérgico y claro refrendo al proyecto de nación que abandera morena, e incluso hoy hay más personas que hace seis años dando un voto de confianza y buscando la continuidad de la transformación en México, por lo que estamos seguros de que seguiremos haciendo historia con la elección de la primera presidenta en México. Coincidimos con AMLO respecto a que, lo mejor de México es su pueblo, y quizá lo mejor que nos haya pasado hasta ahora, es tener un dirigente que coloque primero a la gente. ¡Hasta siempre presidente!