«A Leer se Aprende Escribiendo»

Por: Profr. Jorge Arturo Salcido

Introducción

La frase «A leer se aprende escribiendo» encierra una verdad fundamental sobre la interdependencia entre la lectura y la escritura, dos habilidades que son esenciales para el desarrollo intelectual y personal. Lejos de ser procesos aislados, leer y escribir se complementan, se potencian y, en última instancia, se entrelazan en una danza dinámica que nos permite no solo adquirir conocimiento, sino también profundizar en su comprensión y crear nuevos significados. En este ensayo, exploraré la importancia de esta relación, analizaré cómo la escritura puede transformar la experiencia de la lectura, y reflexionaré sobre su impacto en la formación del pensamiento crítico y la creatividad.

La Escritura como Reflejo de la Comprensión

Escribir es, en esencia, un acto de interpretación. Cuando escribimos sobre lo que hemos leído, no solo estamos reproduciendo la información; estamos reorganizándola, evaluándola y, en muchos casos, reinterpretándola a través de nuestra propia lente. Este proceso de reinterpretación es crucial porque nos obliga a confrontar nuestras propias ideas y prejuicios, y a considerar diferentes perspectivas que tal vez no habríamos explorado de otra manera. Al poner en palabras lo que hemos leído, clarificamos y cristalizamos nuestros pensamientos, lo que a su vez mejora nuestra comprensión del texto original.

La escritura también nos proporciona una estructura para organizar nuestras ideas. A través de la creación de esquemas, borradores y revisiones, podemos ver cómo nuestras ideas evolucionan y se refinan. Este proceso estructurado es invaluable, especialmente cuando se trata de comprender textos complejos que requieren un análisis profundo. Al escribir, nos vemos obligados a descomponer el texto en sus componentes más básicos y a reconstruirlo en una forma que tenga sentido para nosotros. Este acto de reconstrucción es, en sí mismo, un poderoso medio de aprendizaje.

La Escritura como Herramienta de Reflexión

La lectura es un proceso en gran parte receptivo: absorbemos información, nos dejamos llevar por la narrativa o nos sumergimos en los argumentos presentados. Sin embargo, la escritura introduce una dimensión activa a esta experiencia. Al escribir, no solo reflexionamos sobre lo que hemos leído, sino que también examinamos cómo nos afecta.

¿Qué resonancias emocionales despierta el texto en nosotros? ¿Qué conexiones podemos hacer con nuestras propias experiencias? ¿Qué preguntas nos plantea? La escritura nos invita a hacer una pausa y a considerar el significado más profundo de lo que hemos leído, transformando la lectura de una actividad pasiva a una interacción dinámica.

Además, la escritura como reflexión nos permite identificar lagunas en nuestra comprensión. Al intentar explicar un concepto en nuestras propias palabras, podemos darnos cuenta de que no lo entendemos tan bien como pensábamos. Esta conciencia es el primer paso hacia un aprendizaje más profundo, ya que nos impulsa a volver al texto, a releerlo, y a buscar otras fuentes que nos ayuden a llenar esas lagunas. De esta manera, la escritura no solo complementa la lectura, sino que también la enriquece y la amplía.

La Escritura como Creación de Nuevos Significados

Uno de los aspectos más poderosos de la escritura es su capacidad para generar nuevos significados. Cuando escribimos, no estamos simplemente reproduciendo lo que hemos leído; estamos creando algo nuevo. A través de la escritura, podemos combinar ideas de diferentes textos, hacer conexiones inesperadas, y desarrollar nuestras propias teorías y argumentos. Este proceso creativo es fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico, ya que nos obliga a cuestionar lo que hemos leído, a evaluarlo desde diferentes ángulos, y a integrarlo en nuestra propia visión del mundo.

La escritura nos permite también dialogar con los textos. Al escribir respuestas críticas, ensayos analíticos, o incluso relatos creativos basados en nuestras lecturas, entramos en conversación con los autores y sus ideas. Este diálogo nos desafía a defender nuestras opiniones, a considerar contraargumentos, y a refinar nuestras propias posiciones. En este sentido, la escritura no es solo una herramienta para entender mejor lo que leemos, sino también un medio para participar en el debate intelectual y contribuir al desarrollo del conocimiento.

Conclusión

«A leer se aprende escribiendo» es una afirmación que captura la esencia de cómo la escritura y la lectura se entrelazan para enriquecer nuestro entendimiento del mundo. La escritura no solo refuerza nuestra comprensión de lo que leemos, sino que también nos permite reflexionar sobre ello, generar nuevos significados, y participar activamente en el proceso de aprendizaje. En un mundo donde la información es abundante pero el conocimiento profundo es escaso, la habilidad de leer críticamente y de escribir reflexivamente se convierte en una herramienta invaluable. Al adoptar esta práctica, no solo mejoramos nuestra capacidad para comprender y analizar textos, sino que también cultivamos la creatividad, el pensamiento crítico, y la capacidad de expresar nuestras ideas de manera clara y persuasiva. En última instancia, escribir es un acto de creación que nos permite transformar la lectura en algo vivo, dinámico, y profundamente significativo.