Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Los tiempos de zozobra e incertidumbre llegaron de nuevo: la esperada lista de espacios y el respectivo ordenamiento para los cambios de adscripción fueron debidamente publicadas y con ello, muchas desilusiones.
Preocupante en demasía resulta percatarse que en Preescolar estatal, por ejemplo, haya solo 20 espacios disponibles en las ciudades más grandes de la entidad, es decir, Chihuahua capital y Ciudad Juárez, contando con un universo aproximado de 230 solicitudes para ese nivel y algo similar sucede en Primaria con tan solo 40 lugares para 740 peticiones
De terror la radiografía presentada, pues los ansiados cambios llegarán a cuenta gotas perjudicando con ello, la dinámica de docentes que, esperanzados, ansían su movilidad para contar con mayor estabilidad económica y familiar al acercarse a sus lugares de origen o bien, a un lugar que les proporcione más y mejores opciones de crecimiento.
Se entiende que las situaciones demográficas y las campañas de planificación familiar han surtido efecto y las familias, en relación a antaño, se componen de menos integrantes, provocando así que la demanda de servicios escolares haya venido a la baja en los últimos años. Pero lo que no se entiende es el porqué de la extraña necesidad de que los grupos escolares permanezcan atiborrados de estudiantes para ‘justificar un recurso”
Las pocas opciones de cambios derivan, en un gran porcentaje, por el cierre de grupos, preescolar y primaria, por igual están siendo afectados por esta situación, misma que podría ser revertida si la autoridad competente determina que no es obligatorio tener en las escuelas salones de 35 alumnos y alumnas. En secundaria mandatar contar con 45 alumnos es, técnicamente un suicidio. Lo anterior, es un verdadero despropósito que, está comprobado, afecta lo académico y lo laboral.
Reducir los mínimos de estudiantes, con seguridad les proveerá de mayor atención educativa a la vez que garantizará la continuidad de dicha oportunidad laboral y con ello, originará que, en su momento, existan más posibilidades de movilidad para beneficio del magisterio. Es ganar-ganar.
Cerrar 1 espacio, 1 solo espacio escolar, perjudica pues, no solo el cambiar de adscripción, sino a docentes frente a grupo, de educación física, de adiestramiento y al personal de apoyo y asistencia a la educación que ven reducida su jornada a la espera de ver a dónde y en qué condiciones los reasignan.
Contemplar la reducción de la matrícula en cada grupo es, sin objeción alguna, la mejor propuesta para abatir uno de los muchos males, que en la actualidad se cierne sobre la familia magisterial.
De la desmotivación que se presenta en los y las estudiantes normalistas por tan negro panorama, se puede comentar más ampliamente.