Oportunistas que se cuelgan medallas

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

No, cuando se emprenden luchas para lograr lo que por derecho y justicia corresponde, no se trata de colgarse medallas en el cuello para lucirlas ante quienes disfrutarán de los beneficios ganados o recuperados, se trata de ser y de estar en todo momento en el proceso y no solo en el resultado.

Infinidad de ejemplos existen de desafortunadas experiencias en las que quienes alguna vez ocuparon puestos de decisión y mando denuestan los movimientos sindicales o sociales que tiempo atrás abanderaron pero que, sea por los inherentes cambios naturales o bien por circunstancias coyunturales, ya no ocupan dichos espacios.

De la noche a la mañana, estos mismos personajes, pretenden reivindicar su imagen con los logros colectivos logrados, esa misma imagen que dejaron por los suelos cuando en su momento declinaron a su irrenunciable propósito de defender los derechos de sus representados.

Las medallas no deben colgarse de manera unipersonal o por decisión propia forzando una identidad perdida, las medallas deben ser atribuidas por la comunidad misma que se ve favorecida por las acciones y actividades llevadas a cabo en su beneficio.

El reconocimiento es intrínseco a la natural bondad humana, a la conciencia y razonamiento de quienes integran el gran colectivo para los que se tiene la obligación de servir. Porque las victorias tienen muchos padres pero las derrotas sin huérfanas.

Finalmente, por más que se exhiban públicamente en los distintos foros, espacios físicos y virtuales, la gente observa y valora a quienes, de manera inicial, aún predicando en el desierto, son capaces de establecer rutas decididas para alcanzar los objetivos planteados.

Y a aquellos quienes desde la oscuridad, agazapados convenientemente, sin exponerse a las negativas reacciones solamente esperan los resultados para según ellos, lucir triunfantes los trofeos ganados por otros, al final siguen siendo catalogados como oportunistas.

Las batallas, por mínimas que parezcan, cuestan y cuestan mucho, en ocasiones todo, encabezarlas, convocarlas e integrarlas es satisfactorio para los que toman esa decisión, para los que no solo es una ocasión más para pretender engañar o manipular en su beneficio personal.

Vaya pues el reconocimiento y admiración a los hombres y mujeres que, por mandato legal pero sobre todo por convicción, filosofía y formación emprenden luchas en favor de la colectividad.

¿Pero que si hay oportunistas? Existen Bastantes.