Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Es indudable la fuerza intelectual, la capacidad de convocatoria y el don del convencimiento que el magisterio tiene; lo ha demostrado en infinidad de ocasiones y superado con creces durante sus funciones.
Por ello, desde la aparición de los partidos políticos, éstos han sido tradicionalmente seducidos por los amantes de la cátedra, maestros y maestras que, por innata vocación tienen en sus mentes y acciones la cualidad de persuadir, convencer o invitar. De esta forma, este cuerpo de profesionistas es, hasta la fecha, motivo de encendidos discursos y propuestas por parte de aquellos que pretenden ser beneficiados por sus afanes.
En plenas precampañas políticas en donde hasta el momento se visibilizan dos bloques, la tendencia observada es que buscarán denodadamente obtener los favores del magisterio; no obstante, la historia y experiencias desnudan y exhiben a los integrantes de ambas fuerzas.
Cada persona, en su fuero interno, es capaz de identificar esos pros y contras, el raciocinio y la memoria definirán las afinidades y preferencias para brindar la confianza a las personas o agrupaciones que les garanticen, en el ámbito personal y profesional, mayores oportunidades de crecimiento y desarrollo.
Llegarán ideas, proyectos y promesas, algunas tan inverosímiles como irreales para apoyar o dignificar al magisterio todo, no obstante, la memoria histórica de las y los docentes y trabajadores de apoyo y asistencia a la educación tomará su parte y sin duda marcará el rumbo que definirá sus determinaciones. El magisterio recuerda.
Se vendrán cosas peores que el proponer mejoras, se harán compromisos incluso hasta con la faramalla de ser firmados ante notario público y se llevará a cabo todo ese espectáculo mediático cuasi circense en el que se reiterará la importancia de la educación en México y la de sus actores; solo una cosa será cierta, los partidos políticos necesitan la visión, el alcance y el talento de los docentes.
Por hoy, las cosas permanecen apacibles pero una vez que terminen los tiempos de las intercampañas e inicie formalmente la contienda electoral, el magisterio será el objeto del deseo hasta de aquellos infames que tradicionalmente lo han lastimado, ofendido e insultado y bajo el amparo y la secrecía de una urna, en las elecciones, el sufragio convierte los agravios en espada justiciera para ubicar a cada quien en el lugar que le corresponde.
P.D. Espero que estas fiestas decembrinas lleguen colmadas de bendiciones. Que estas fechas sean el pretexto perfecto para valorar a quienes con sus risas y sonrisas, hacen que sus días sean plenos de felicidad. Feliz Navidad!