Deporte escolar: entre las públicas y las privadas 

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid 

Nadie en su sano juicio se atrevería a denostar o criticar el que las autoridades gubernamentales de cualquier nivel apoyen los eventos deportivos de cualquier índole; los beneficios que el propio deporte, de forma inherente, conlleva para sus practicantes, es incuestionable.

Por ello, en verdad que es excelente que los Gobiernos de nuestro Estado y municipio hayan auspiciado el “Torneo de la Amistad”, ese que celebran las escuelas particulares con orientación ideológica basada en la filosofía de los Legionarios de Cristo; no obstante lo que sin duda también es apremiante, y por ello, tomado ya como súplica, es que los responsables de la conducción educativa resuelvan las carencias que la escuelas públicas presentan en infraestructura, mantenimiento y en material deportivo y cultural.

Así como fue impresionante el apoyo que con recursos púbicos se le brindó a la organización de ese magno evento, en los jardines de niños, primarias, secundarias, preparatorias y escuelas de nivel superior se espera que los doten al menos con la mitad del dinero erogado en publicidad y difusión, en balones, redes, cuerdas, aros y en general en lo necesario para, como es la intención del apoyo a dicho torneo, promover el deporte y la activación física infantil y juvenil.

Y no se trata el presente, de considerar un mal actuar de parte de los patrocinadores de ese exclusivo torneo, simplemente la intención es que una vez que las instancias involucradas se percataron de la enorme trascendencia e impacto que provoca en los niños, niñas, jóvenes y adolescentes la promoción de la cultura física, es momento entonces de voltear a ver a las instituciones educativas, carentes la inmensa mayoría de ellas, del material indispensable.

Un buen inicio para valorar esas actividades no cuesta, no es necesario inyectar recursos económicos, basta con que se arrastre el lápiz para sacar una radiografía de las horas -semana-mes y sus respectivos titulares para que empiecen a compactar y ubicar a los y las docentes en el mínimo número de espacios escolares y que así, sus clases se desarrollen con el más amplio nivel de calidad y calidez que la propia situación laboral estable proporciona.

Que este despertar de la conciencia deportiva gubernamental genere pues esa dinámica que procure dotar de lo necesario, que se brinden las facilidades para la organización de eventos de zona, regionales y estatales de las distintas disciplinas, que se flexibilicen los permisos docentes para acudir a las competencias, así, igual que como se hace con el referido Torneo de la Amistad.

Que no se piense que a la escuela privada se le da todo lo que se tiene y puede y a la escuela pública ni siquiera lo que sobra, o lo que merece.