Por: Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann
«Los maestros, creo, son los más responsables y más importantes miembros de la sociedad porque sus esfuerzos profesionales afectan el destino de la tierra»…Helen Caldicott.
El sistema educativo nacional no se limita únicamente a la transmisión de conocimientos, sino que también tiene un papel fundamental en la construcción de la identidad, valores y la visión del mundo de sus ciudadanos. En este complejo proceso, el libro de texto ha sido tradicionalmente el eje central, actuando como una brújula que guía el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, su lugar es solamente uno de los múltiples componentes del entramado educativo, y aunque es crucial, su relevancia se encuentra al lado del criterio del docente.
Los libros de texto, ya sea por encargo como antes o hechos en las imprentas oficiales como ahora, representan la concreción de las intenciones curriculares del Estado. Reflejan, desde siempre, una serie de decisiones pedagógicas, ideológicas, culturales y sociales que quienes representan al Estado, a través de sus instituciones educativas, decide privilegiar. Pero es importante recordar que estos libros también esconden un currículum oculto: aquello que no se dice explícitamente, pero que se infiere a través de sus omisiones, imágenes, ejemplos y estructura.
En este panorama, el papel del docente se vuelve trascendental. Si bien el libro de texto es una herramienta poderosa, el docente tiene la capacidad y responsabilidad de mediar entre este recurso y el aprendizaje real del estudiante. El docente puede, y debería, analizar críticamente el contenido de estos libros, identificando no solo lo que dicen, sino también lo que omiten o lo que insinúan. De esta manera, el maestro se convierte en un agente activo que no solo transmite conocimientos, sino que también construye, cuestiona y reconstruye saberes junto con sus estudiantes.
Es importante entender que los nuevos libros de texto, con sus propuestas renovadas, traen consigo desafíos y oportunidades. Cada renovación curricular, cada nuevo libro, es una invitación al cambio. Pero este cambio no se efectuará de manera automática o mágica simplemente por la presencia de un nuevo libro en el aula. El cambio verdadero y profundo se dará cuando el docente, armado con su experiencia, capacitación, criterio y compromiso, decida su actuar como puente entre el currículum y el aprendizaje.
La actitud y mediación del docente son, entonces, fundamentales para aprovechar al máximo las posibilidades que ofrecen los nuevos libros de texto, ya sea en físico o en digital como ya circulan. Estos no son simplemente receptáculos de información, sino herramientas que, en manos de un docente crítico y comprometido, pueden desencadenar reflexiones profundas y transformaciones significativas en el aula.
Mientras que los libros de texto tienen un papel importante en el sistema educativo, la verdadera chispa del cambio yace en el docente. Es a través de su visión, su interpretación y su mediación que los contenidos cobran vida y se adaptan al contexto y necesidades de sus estudiantes. Asumir este papel activo y crítico frente a los recursos educativos, como los libros de texto, es un paso esencial para lograr una educación más reflexiva, contextualizada y transformadora. Porque la educación… es el camino…
Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.
Doctor en Gerencia Pública y Política Social y miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua