Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Cada inicio de ciclo escolar representa un verdadero reto para todos quienes conforman el gremio magisterial y no sólo en el aspecto académico o de los procesos de enseñanza-aprendizaje, sino en general en las circunstancias que el regreso a clases reviste.
En tiempos convulsos como los actuales, es de trascendental importancia sumarnos en un solo cuerpo colegiado para salir avante; la dinámica de la vida escolar, en todos sus niveles, exige la creación de frentes comunes, de unión, de comulgar con los mismos propósitos e ideas, de persecución de los mismos fines.
Resultará lógico y plausible el observar que, independientemente de tener ideas y filosofías diametralmente opuestas, de filias o fobias, de colores o grupos, el objetivo compartido sigan siendo los educandos, los niños, niñas, jóvenes y adolescentes que esperan ver en sus maestros y maestras un rumbo definido donde, en su conjunto, transitemos en la apertura, el diálogo y los acuerdos.
Es inverosímil y poco entendible el observar y leer críticas destructivas, comentarios malsanos dirigidos tanto a las autoridades gubernamentales y sindicales tan solo por el hecho de pensar diferente, por hobbie, sin fundamento y dejando de lado el uso de la razón, la normatividad, y el conocimiento de las funciones y atribuciones que a cada quien competen.
Sí, la diversidad de ideas, conceptos y formas es parte de vivir un una cultura democrática y de la libertad de expresión misma, pero dar información falsa, comentarios perversos, comunicar supuestos, exponer medias verdades para hacer ver mal a alguna de las autoridades son ejercicios que hoy por hoy deben erradicarse.
Conocer los derechos y obligaciones de sindicatos y Gobierno es el fundamental punto de partida para atreverse a lanzar opiniones y puntos de vista partiendo de expresiones con conocimiento de causa y no por la facilidad que proporciona estar detrás de un aparato electrónico tecleando las grafías.
Coincidir en propósitos, ser flexibles, responsables y comprensivos, dentro de las propias funciones de la parte gremial magisterial y patronal no significa abyección ni dar o tener un cheque en blanco, significa que ambos han entendido con claridad que el valor supremo de ambos es el beneficio colectivo.
Es tiempo de unidad, sí, tal vez con discrepancias y muchas, pero cuando se pone por encima en interés del ser humano, de los maestros, maestras y personal de apoyo y asistencia a la educación y por supuesto del gran estudiantado chihuahuense habla de la altura de miras de quienes se ponen de acuerdo, los momentos y circunstancias que en su momento crearon divisionismo debe quedar atrás a la de ya. Que así sea.