Chihuahua.- La regidora Elvira Villarreal denunció en la sesión de cabildo del ayuntamiento de Chihuahua los problemas que una mujer violentada tiene que pasar debido a la falta de apoyo de las autoridades, los trámites burocráticos y la falta de empatía por parte de las autoridades y corporaciones que se supones están para apoyar a las mujeres víctimas de violencia; la regidora señaló que ella y su equipo estuvieron apoyando a una mujer que decidió salir del círculo de violencia, pero de topó con la indolencia de las autoridades.
El relato de la regidora es el siguiente:
Compañeras y compañeros del Cabildo:
No se puede hablar de competitividad en un municipio donde todavía para atender a una -una sola mujer- violentada en su casa, se le revictimiza, mientras las autoridades ni siquiera contestan un mensaje urgente en un chat del llamado Comité para la Atención y Prevención de la Violencia Familiar y de Género en el municipio de Chihuahua, donde al menos una treintena de las cuarenta participantes ocupan cargos de decisión en áreas específicas de violencia contra las mujeres, las niñas, los niños.
Paso a relatar una historia de terror, que nadie quisiera vivir y que solamente debería suceder en la fantasía. Pero nos sucedió aquí, en el municipio de Chihuahua, y digo “nos” porque debería importarnos a todas y a todos, más aún porque formamos parte de un cuerpo colegiado con capacidad para cambiar las cosas, para tomar decisiones.
El caso es de una mujer que pedía ayuda para su hija, víctima de violencia a manos de su pareja, un señor de apellido Reyes, pareciera chiste si no fuera tragedia, porque los maltratadores viven como si fueran “reyes”, ejerciendo violencia sin que nadie les toque ni un pelo. Ya hace tiempo habían ido a la Fiscalía Especializada de la Mujer, donde quien les atendió prácticamente la desanimó de interponer denuncia.
Por la nieta de esta señora, hija mayor de la víctima, se supo que, en la más reciente golpiza, el hombre había dejado a la mujer, una joven de 24 años, tendida en el piso, sangrando por un oído.
Al llegar a nuestras oficinas, la de la regidora América Mayagoitia y la de su servidora, les informamos que se contaba con la opción de un refugio para su hija y la posibilidad de que una patrulla pudiera acudir al domicilio porque también había violencia contra menores de edad.
Contacté por teléfono a la licenciada María Teresa Alvarado, coordinadora de la Unidad de Atención a Niñas, Niños y Adolescentes, para que atendiera a la abuela que iba con su nieta.
Un par de días después, la joven víctima se decidió y salió de la casa del agresor con su hijo menor, un niño de tres años que a esa corta edad ya cuenta con una cirugía de corazón, y que además también ha sido golpeado por el padre. Fueron llevadas a la Fiscalía de la Mujer, una vez más. Allí ni siquiera les tomaron la denuncia (aunque les preguntaron todo sobre los hechos) y les informaron que no podían darle albergue.
Envié un mensaje urgente al grupo de WhatsApp del Comité para la Prevención y Atención a la Violencia Familiar y de Género en el municipio de Chihuahua. Nadie respondió. Hasta más tarde en la noche, la directora del IchMujeres vio el mensaje y ofreció apoyo. Por parte del municipio, solo supe de la atención de la coordinadora de la UNNA a la señora. Pero en el grupo nadie en los niveles municipales hizo eco de la situación que planteé. Se entiende bien cómo opera la simulación. Un comité con ese nombre, precisamente ese nombre, y nadie responde, nadie atiende cuando se requiere algo puntual, algo inmediato, algo de vida o muerte, algo de mujeres. La violencia no da tregua, cada una de las integrantes del comité estábamos a salvo en nuestras casas, solo esa mujer tenía que esperar, sin techo, con una hija, un hijo y con su mamá, apoyándola, y a la intemperie. Pero, eso sí, no cumpla años alguna autoridad, porque el chat se revienta de bendiciones, memes y saludos. ¿Cómo podemos ser autoridades así? De veras, no me lo explico.
En la Fiscalía dijeron que no podían dar albergue, que buscaran en sus redes de apoyo. ¿Cuáles? Acababa de salir de su casa huyendo del agresor. En el nivel municipal también recibieron por respuesta una negativa. Me comuniqué con la directora del Instituto Municipal de las Mujeres, la licenciada Alicia Terrazas, que explicó que por una cuestión interna no tenían abierto el albergue. Pero ofreció hacer algo en este caso, y se dio la opción de refugiar a la víctima y a sus hijos, pero no a su madre, y eso no era opción para ellas.
De la Fiscalía, le indicaron a la joven que fuera al día siguiente a las ocho de la mañana a la Comandancia Sur, porque ahí le tomarían su declaración. Nuestras colaboradoras acompañaron a la señora, a su hija recién salida de casa, a la hija mayor y al pequeño de tres años, durante todo el día, el pasado viernes. Todo el día completo en la Comandancia, sin siquiera tomar un vaso de agua, ni nada de comer, y de ahí la enviaron a revisión médica. Las personas que colaboran en nuestras oficinas son quienes han apoyado incluso en esto tan básico, acercarles algo de comer y tomar.
Revictimización sobre revictimización, y por parte de las mismas autoridades. Disculpen, pero en un contexto así, ¿cómo puede ser posible hablar de “competitividad”?, ¿cómo es posible que no haya la debida y oportuna coordinación entre las instancias que atienden la violencia contra las mujeres?
Es inadmisible. Por si fuera poco, se identificó que ese mismo hombre tiene más denuncias de otras mujeres por el mismo delito… Compañeras, compañeros de este cabildo: ¿cómo puede andar libre?, ¿qué nombre podemos ponerle a este absurdo? ¿Las víctimas son las que tienen que buscar dónde esconderse mientras el agresor anda suelto y a sus anchas? ¿Qué autoridades somos que no las estamos protegiendo realmente? Ahí no hay botón de pánico ni parabús que valga. Eso es lo que están viviendo las niñas, niños y mujeres en nuestro municipio.
Y sigue la historia de terror. Cuando finalmente la enviaron a revisión al hospital, le dijeron que tenía destrozado el tímpano. Se le dijo que no se le podía dar albergue, mientras que el hombre andaba buscándolas por todos los domicilios que pudo y esparciendo amenazas para que se enteraran y le temieran.
En medio de esa zozobra, la respuesta de la autoridad fue la negación del albergue (una funcionaria ofreció refugio, después de haber hecho más llamadas hasta lograrlo, pero siempre y cuando la víctima llegara antes de las tres de la tarde, en horas de oficina, ¡háganme el favor!). Otra vez había que tomar el teléfono y hablar con quien fuera necesario, en medio de la desesperación de pensar que para hacer algo realmente por estas mujeres en estas condiciones de urgencia había que pelear con las propias instituciones para que cumplieran lo que están obligadas a garantizar. ¿Dónde estuvo aquí la inmediata protección, la debida atención, la orden de restricción inmediata? ¿Cómo es que no se les tomó declaración en su momento?
¿Qué está pasando con los protocolos? ¿Qué está pasando con la coordinación de las instancias encargas de prevenir, proteger y atender las violencias contra las mujeres? ¿Cómo es posible que se estén dando respuestas erráticas y negando servicios a las víctimas de violencia contra las mujeres y las niñas y niños? Hago un llamado para que se analice esta situación, en la que la mujer contó con la triste fortuna de haber llegado a una oficina de regiduría donde le hicieron caso y le han estado dando seguimiento. Pero qué pasa con la gran mayoría, las que se encuentran solas, literalmente solas, porque las autoridades no están respondiendo a tiempo ni siquiera con la sensibilidad y el tino que tendría que haber en estos casos de violencia de género tan normalizados para todos, hasta para los índices de competitividad.
Exhorto a estas instituciones para que se coordinen verdaderamente y realicen un trabajo efectivo en la protección de las mujeres frente a las violencias que viven.
Gracias por la escucha.