Por: Rosalío Morales Vargas
Para Doña Rosario Ibarra De la Garza
Cuando el pavor amortajaba las gargantas
y el silencio yacía atenazado
entre la lobreguez del sadismo y la estulticia,
apocando trajines libertarios;
Cuando el desánimo atosigaba los cerebros,
en los tiempos de amnesia temerosa
y el oprobio corría cortinas de mentiras
junto al umbral ignoto del desvelo;
Cuando hirsutas veredas cegaban la esperanza
y bocanadas de aire fresco se estrellaban
en postigos absortos de hermetismo
arrojándolas a los abismos del desprecio;
Cuando las ilusiones se deshilvanaban
presas del miedo a las jaurías asesinas
y la energía menguaba entre las brumas
de las noches de inmensa soledad;
Cuando la lluvia triste transportaba los recuerdos
y estaba la memoria al borde del naufragio,
te atreviste a luchar sin odio ni aversiones,
abriendo las compuertas del decoro;
Cuando sólo tu voz retumbaba sin sosiego
en los sótanos turbios del poder y de la infamia,
tu menuda figura se alzó como gigante
para pintar auroras y otear otros horizontes.