Por: Profr. José Ángel Nava
De todos es sabido que cuando se produce un temblor de alta intensidad, con epicentro en las profundidades del océano, tal como sucedió en Japón hace algunos años, este puede ser de consecuencias catastróficas pues se originó un tsunami que causó un desastre y ocasionó la pérdida de gran número de vidas.
En México, a lo largo de varios años se ha ido dando un resquebrajamiento de la corteza sindical que en un tiempo se decía era muy sólida; pues bien, ese resquebrajamiento en similitud a como sucede en la naturaleza ha provocado un terremoto que tuvo su epicentro en el SNTE causando réplicas de gran intensidad en varios estados de la República Mexicana y aunque estas réplicas se habían sentido en Chihuahua, no habíamos podido apreciar los daños causados por las mismas.
No fue sino hasta después de las dos últimas, que fuimos capaces de otear a nuestro alrededor y apreciar los daños causados. Creo que el dolor sentido nos hizo recapacitar y nos volvió más analíticos, lo que nos ha permitido evaluar las consecuencias de dicho fenómeno y que a corto plazo nos obliga a tomar las medidas precautorias para evitar ser arrastrados por el tsunami que se aproxima según se deja ver en el Servicio de Desastres Magisteriales.
Preparémonos, edifiquemos con tiempo las barreras de contención para resistir y nulificar los embates que poco a poco se empiezan a sentir. Un gremio consciente y precavido jamás será vencido por más violento que sea el tsunami. Aunque ya ha costado algunas vidas, evitemos más pérdidas, defendamos nuestras prestaciones eliminando el mal de raíz.