La vida como fin de la educación

Por: Colectivo Docente Freinet

Nos preocupan los niños y las niñas, ¿qué va pasar si uno de ellos se contagia en la escuela o producto de la movilidad que se ha apresurado sin garantías? ¿Será consecuencia de una falla en la metodología, de un error didáctico, de una incorrecta idea pedagógica o de un currículo obsoleto? ¿Acaso los fines de la educación jamás contemplaron la vida?, se notará entonces el desarticulado sistema de salud producto del neoliberalismo al observar que ese contagio no se contempló como posibilidad en los manuales del consejo técnico y solo esperaremos que enfermen los menos. Seguros estamos que las familias aceptarán resignadas los hechos y culparemos no solo al virus del SARS- CoV-2 sino también a los cientos de enfermedades que invaden a la población infantil en México. Aunque, si nos detenemos a cuestionarnos de quién fue culpa, podremos pensar en aquellos que se encuentran detrás de un interés político y económico de corte genocida, sentados atrás de un escritorio, imponiendo sus deseos a la educación centrada en el niño. Qué va a pasar, ¿será acaso que se nos olvidó que primero va la vida.

Si somos atentos nos daremos cuenta que desarticular es la consigna, destruir las ideas comunes, los principios por otro tipo de mundo y legislar a favor del mercado sellando la educación con tinta indeleble con la leyenda privatización en una escuela donde ahora más que nunca se harán cargo las familias. El desinterés y olvido han marcado esta pandemia para los planteles educativos, llevando al detrimento sus de por sí malas condiciones en infraestructura. Sin embargo, las grietas causadas por el tiempo, el agua y el sol no son compatibles con el genocidio educativo y el olvido de la infancia, una infancia que ha tenido que olvidar a qué sabe la vida para vivir en el mundo de los adultos.

Con ráfagas de datos, responsivas y discursos en un lenguaje envolvente y vacío se normaliza la tragedia educativa; se pretende volver a la escuela, a la vieja escuela, esa de discursos magistrales con niños y niñas robotizados, sentados, sin interactuar, sin poder saludarse y con el miedo en su mochila, caminando por los pasillos sin mirar al frente, con la preocupación por saber de sus amigos, con un grupo reducido y con materiales escolares anticuados, caros y obsoletos. Se pretende un retroceso de decenas de años como si la pandemia jamás hubiera existido, aunque por desgracia los contagios y las muertes nos regresan al presente.

¡Todos nos queremos ver!, estar de vuelta en la escuela y contar lo que descubrimos. Hemos aprendido que la educación rebasa los salones, que los avances tecnológicos ayudan a cultivarnos; aprendimos de la creatividad, a ser solidarios llevando a la práctica valores sociales universales; comprendimos que los aprendizajes básicos e imprescindibles dan la base para seguir; descubrimos en la lectura alegría y una forma de estar cerca; nos encontramos con otros y otras del mundo, escuchamos canciones, bailamos, hicimos en nuestra comunidad escolar aliados importantes, inventamos cuentos, dibujamos historias, escuchamos a los abuelos y abuelas. Sí, queremos vernos, pero no a costa de la vida.

Queremos vernos en esa otra escuela sin duda, una nueva, sin aberraciones y con grandes aprendizajes más allá de la experiencia, con creatividad y sueños colectivos, donde se pueda pensar en otro mundo posible, con una didáctica distinta, rebelde, que experimente y se reconstruya alegre, viva y para la vida, un espacio organizado que no ate a los niños y niñas al cumplimiento de contenidos a marchas forzadas. Y para lograrlo debemos marcar otra dinámica que sea más completa, integral y con proyección comunitaria, puesto que verdaderamente la cultura escolar y el currículo deben ser otros. Entonces, por como vivimos necesitamos volver siendo más conscientes del cuidado del planeta, diciendo lo que pensamos y poniendo en práctica la educación para la democracia y la justicia que permita defender nuestras raíces, encontrando quizás en el arte una forma de libertad, de denuncia y de construcción humana.

Alentados por este encuentro, brindaremos y haremos abrazos colectivos, pintaremos murales y compartiremos desayunos juntos. Las semillas en nuestro huerto romperán la tierra alegre y las cultivaremos con las manos de todos y todas, otra vez inundaremos las plazas y las calles de alegría y brillarán las matemáticas aplicadas a la vida.

Que quede claro, ante la presión mediática de los poderosos, nos preocupan nuestros niños y niñas, por eso, juntos nos corresponde construir la nueva escuela, una que no ponga en riesgo la vida.

¡Unidos y organizados… venceremos!

Colectivo Docente Freinet

Escuela primaria “Concepción Meléndez” No. 2100