Por: Profr. Fernando Álvarez Montoya
La soberbia difumina nuestra mente y nos hace perder la nitidez de un pensamiento claro, veraz, crítico y oportuno. Aceptar el “statu quo” sin un discernimiento de lo que nos es trascendente y cotidiano no permite que lleguen, fluyan las ideas diáfanas con sustento ideológico, científico, político. El huir al debate, al dialogo no abona a la construcción de un movimiento político alternativo que posibilite la transformación del yo y de las nuevas relaciones humanas que deben de surgir y que son necesarias, nuevas ideas, que deberán de ir en la pertinaz búsqueda de una mejor sociedad, equitativa e igualitaria.
Los tabúes impuestos heredados y que, son -“hic et nunc”- práctica cotidiana; aspiran imponer un esparadrapo y censurar la libre manifestación de las ideas. Se dice: -“Ni de religión ni de política”-
… y luego, si se evita la discusión, el dialogo… cómo crecer intelectualmente? Cómo construir un pensamiento liberador, transformador que nos desate de las entrañas de la ignorancia? Cómo entrar en una conversación plana, circular en la que la aceptación trascienda a la tolerancia y, que el respeto a la diversidad y a la manifestación de lo diferente me conceda y posibilite el acceso a nuevas formas de pensamiento?
Es una infamia estigmatizar las palabras, censurar, prohibir algo que es tan nuestro, no discutible, no negociable. Es, un derecho inalienable: la libertad de expresión. “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero pelearía hasta la muerte por defender el derecho que tiene de decirlo” Voltaire
La aceptación de las ideas, de lo otro, de lo que me es ajeno debe tener un destino que nos sea común y que nos beneficie a todos. Dejar de arrastrar atavismos, lastres pesados del pasado que limitan nuestro andar ligero y pensamiento crítico. Que lo que se manifieste verbal, escrito no perturbe mi razón, ni enturbie mi paz. “Dejar pasar, dejar hacer”
La postura draconiana de prohibir es práctica común de pensamientos obtusos, de organizaciones políticas de derecha, fascistas y de regímenes totalitarios. Alemania nazi, España franquista e Italia (Mussolini) fueron y son muestra clara de posturas del fascismo irreconciliable con la democracia y el socialismo. Aquel que se asumía como “disidente” en estos sistemas políticos no solo se le coartaba su libertad de expresión, sino, se le cortaba la vida.
Mi derecho a creer en dios, no debe limitar el tuyo a no creer. Mi derecho a militar en cualquier partido político, organismo religioso, no debe de coartar el derecho a que tú milites en cualquiera. Por lo anterior, el aceptar discurso del adversario, del que me es contrario debe de llevarme a analizar nuevas formas de mi quehacer político. No caer en la diatriba, la injuria y la censura por lo que uno y el otro cree es justo y verdadero. Aceptar que, tanto derecho tienes tú a creer, como yo a no creer. Pasar del ser, al deber ser.
“Aceptar a las personas como son y, no como yo quiero que sean”. Solo que, al mismo tiempo valorar que la aceptación no significa claudicación porque mis ideales; mis derechos siguen y los tuyos terminan cuando violentas los míos.
Aceptar el “establishment” sujeta a una causa que no nos es común a todos. Aceptar la demagogia y la corrupción de malos gobernantes y falsos líderes sindicales les es común a algunos. No a todos.
Ser disidente es ir a contra-corriente, Ser disidente es construir caminos distintos a las rutas creadas por las mafias que ostentan el poder. “Ser disidente nos compromete a alterar el orden establecido; romper las cadenas que asfixian y constriñen nuestro espacio de libertad” Ricardo Flores Magón
Disidir es separarse del colectivo al que pertenezco -SNTE Secc. 42- por no estar de acuerdo con su sistema de alienar y sojuzgar a los compañeros trabajadores de la educación. Disidir es estar en el lado opuesto, sentado enfrente del adversario para no ser cómplice silencioso de sus arbitrariedades y corruptelas.
Sin duda, Cristo es el más grande disidente de la historia universal. Posterior a él, hay una enorme pléyade de disidentes; León Trotsky, Martin Luther King, Ernesto “Che” Guevara, Francisco I Madero, Ricardo Flores Magón. Honorables y auténticos disidentes cuyo legado aun es vigente. Ser disidente es atreverse a desafiar lo establecido, Es atreverse a desatar lo prohibido.
Disidir es, no estar de acuerdo. Maestros (as), compañeros trabajadores de la educación estatal agremiados a la Secc. 42. Atrévete a ser disidente. Atrévete a cambiar lo establecido, atrévete a cambiar a la corrompida dirigencia sindical, a formar una planilla alterna, a emplazar a huelga, a construir una sección sindical alterna, solo ¡atrévete! ¡atrévete!
Sugerencia: Para evitar. …se salió del grupo o, lo elimino del grupo
Prohibido, prohibir.