Por: Profr. Pável Vázquez
Podría decirse que sirve de poco pensar en lo que pudo haberse hecho, sin embargo, no es tan ocioso cuando la comunidad científica afirma que el daño a nuestro planeta es irreversible y que, de continuar así, habrá nuevas enfermedades y catástrofes ecológicas. Si después de estas lecciones pandémicas no cambiamos la forma de relacionarnos, la barbarie será la nueva normalidad.
Para los maestros ha quedado más que claro que el trabajo docente y el logro de los aprendizajes esperados está mediado por relaciones sociales, económicas y políticas, la tesis de origen social-destino académico nunca había sido tan evidente como en estos momentos. Lo anterior nos hace reflexionar sobre cómo los problemas sociales son problemas del que hacer docente, afectan de manera directa en la forma en que trabajamos.
La crisis educativa provocada por la pandemia pudo haber sido mucho menor si las condiciones sociales, económicas y políticas fuesen más equitativas, continuar con el programa educativo de la SEP habría sido mucho más fácil si todos los ciudadanos tuvieran los servicios básicos y acceso a internet, si además, se hubiese implementado un programa en el que se privilegiara la vida de todos los trabajadores por encima del lucro y de manera irremediable se mantuvieran solamente aquellas actividades económicas necesarias para la vida (me refiero la producción de alimentos, insumos para el sistema de salud y producción de combustibles) y que el resto de la población contara con un seguro, para que las personas pudieran permanecer en sus casas cuidando su salud durante un tiempo fijo con la garantía de contar con alimentos y poder así domar la pandemia, si los padres de familia no tuvieran que continuar con sus trabajos podrían disponer de tiempo para atender las indicaciones de los maestros; podrá usted pensar que lo anterior es un disparate utópico, que sería costoso y que significaría la pérdida de empleos y dinero, dirá que quienes más tienen jamás lo habrían permitido.
Renunciando a la idea de tener una sociedad sin clases sociales (en corto plazo), podríamos al menos conformarnos con acciones muy concretas: expropiar las telecomunicaciones, liberarlas para que todos tengan acceso, lo anterior podría aminorar este rezago educativo, ¿no le gusta que los empresarios pierdan? qué le parece por ejemplo si en lugar de pagar millones a las televisoras para hacer programas de clases, se hubiese becado a los estudiantes, que con la inversión de G-suite for education y las cuentas de google que todos los alumnos tienen pudieran acceder gratuitamente a Meet, classroom, drive, etc., se habría liberado el internet para que aquellas personas que cuentan con dispositivos pudieran trabajar con sus maestros de manera gratuita y evitar que se realicen malas prácticas, ya que sería liberado sólo para trabajar con fines educativos, de haberse hecho, quizá al rezago hubiera sido menor. Aun así, el problema no deja de ser menor, porque se resuelve la accesibilidad, pero no el acompañamiento, los padres o están ocupados del teletrabajo o trabajo presencial, además de los quehaceres cotidianos, porque, aunque haya la posibilidad de trabajar de manera simultánea, el docente no puede controlar que el niño entre a la aplicación o permanezca frente al monitor.
Si en lugar de continuar con el plan y programas se hubiese permitido que las escuelas en su autonomía de gestión, optaran por el plan emergente que más se adecuara a sus posibilidades, quizá habrían surgido proyectos que promovieran el desarrollo sustentable y que además tuvieran valor curricular, los alumnos aprenderían a trabajar composta, huertos urbanos y crianza de animales, se trabajaría para apoyar a la familia y el conocimiento de ciencias naturales tendría un sentido práctico. En los casos anteriores, lo deseable se diluye ante lo posible.
En contextos tan diversos, aun dentro de un grupo, hay alumnos que pueden tener clases sincrónicas y quienes no, quienes reciben apoyo de sus padres y quienes no. En este sentido se hace necesario plantear dos posibilidades: dar un tratamiento diferenciado a cada uno según sus condiciones o trabajar con las condiciones que se presentan para la mayoría. El primer camino se torna complejo y agotador además que no garantiza éxito porque falta la parte que corresponde a los padres de familia, que al no tener resuelta la vida descartan la educación de sus hijos, postergándola para “cuando todo esto pase”, el segundo nos lleva irremediablemente a la exclusión. Este ha sido el camino por el cual ha transitado el Sistema Educativo Nacional, pese a los esfuerzos realizados, ha avanzado quien ha podido, lo mismo ocurría en condiciones de normalidad. Mientras no existan condiciones de justicia social, lo que se haga, será irremediablemente insuficiente.
Que si la casa no es escuela, que los padres de familia no son docentes, que no todos pueden atender y acompañar a su hijo, podría creerse que no se debe continuar pensando en desarrollar un currículo formal, sin embargo ¿es razón suficiente para que todos paren? La respuesta es no, pero quienes no pueden seguir este ritmo de trabajo deberían tener posibilidades de avanzar lo que les sea posible. En este sentido el docente tendría que trabajar además en otro tipo de actividades, no precisamente académicas, pero que si contribuirán al desarrollo del alumno y serán andamiaje cognitivo para cuando el alumno regrese a clases. Si la SEP no presenta un programa alterno, los docentes estaríamos en condiciones de crearlo, pensado desde la educación no formal o informal, que atienda a contenidos específicos: concepto de número, unidades de medida, cosas que no se enseñan en la escuela: cada cuánto tiempo llegan los recibos de agua, luz, teléfono, cómo se mide en el recibo la energía consumida, la lista de la compra, los ingredientes de los productos que se consumen, por mencionar algunos, algo que resulte más sencillo de llevar para aquellos padres de familia que por sus condiciones no pueden atender las actividades que los maestros les presentan. Los padres no son maestros, pero se ocupan de la crianza y la crianza podría servirnos para trabajar nuestras planeaciones.
Apuntando hacia el qué hacer, considero que es importante que los docentes conozcamos la propuesta multigrado, me refiero no solo a conocer la forma en que se planea (un tema común, con actividades diferenciadas por grado) sino a la visión comunitaria que plantea la propuesta, una educación que involucra y beneficia la comunidad de manera directa.
¿Debemos dejar de evaluar los aprendizajes? La respuesta es no, en los casos en los que nos sea posible hay que hacerlo, sin dejar de lado que esa evidencia tiene bastantes problemas de ser objeto de evaluación, promover la autoevaluación es necesario además de evaluar las evidencias de desempeño, que el alumno reflexione y determine si está logrando o no el propósito educativo.
No conocemos las condiciones de vida de nuestros alumnos, lo que podamos ver a través de un monitor o un mensaje de texto no es la realidad. Quienes pretenden reprobar a quienes no mandan evidencias o por el contrario, pasar a los alumnos que saben viven en las condiciones más vulnerables se equivocan. La evaluación tiene una implicación ética, debe ser objetiva en la medida de lo posible, me referiré concretamente a la evaluación del logro de los aprendizajes, si no se cuenta con evidencias de trabajo no se puede evaluar, es un acierto dejar como pendiente este apartado en los casos donde no se tiene o se tiene escasa comunicación.
No debemos dejar de aspirar a una sociedad más justa, es fundamental participar políticamente y solidarizase con las luchas que emprenden nuestros aliados de clase, pero regresando a nuestra profesión, los aprendizajes esperados son una espiral ascendente durante los distintos grados de educación primaria, en algún momento se regresará a las aulas y será entonces cuando se pueda evaluar el desempeño de los alumnos. Más importante aún, será continuar en la organización de la clase trabajadora y fortalecer su luchar por mejorar las condiciones de vida de la población, para los docentes, hoy más que nunca es claro que si no se mejora la vida de nuestros alumnos, difícilmente se lograrán los aprendizajes esperados.