¿Soy sindicalista?

Por: Profr. Andrés Varela

¿Soy sindicalista?

Por supuesto.

Soy sindicalista cuando creo que el sindicato puede ser un espacio de formación política que lleve a la clase trabajadora a concientizarse de la injusticia laboral.

Soy sindicalista cuando asumo que entre el patrón y el trabajador debe haber una organización con la fuerza política suficiente para exigir mejores condiciones laborales y garantizar los derechos de lxs trabajadorxs.

Soy sindicalista cuando repudio que el sindicato esté secuestrado por un grupo de políticos corruptos que buscan sus beneficios personales y de grupo.

Soy sindicalista cuando advierto el secuestro que ha sufrido la Normal del Estado, siendo el paraíso jubilatorio de cualquier personaje que, por haber sido comisionado en el SNTE, le consiguieron un lugar como catedrático/a. También soy sindicalista cuando advierto que, el daño que le han hecho a las instituciones formadores de docentes permitiendo y fomentando el charrismo y el mercado de favores dentro de las mismas, es incalculable.

Soy sindicalista cuando sostengo que las y los maestros no pertenecemos -por el hecho de ser maestros/as- a los partidos políticos que los dirigentes sindicales han creado, con el uso indebido de la representación que ostentan.

Soy sindicalista porque creo en la defensa de los derechos laborales.

Soy sindicalista porque sé para qué fue creado un sindicato.

Soy sindicalista porque no soy corrupto.

Ser sindicalista no es ser o parecer un/a dirigente como quienes hoy tienen secuestrado al sindicato. Hay que decirlo claro: el sindicato es un instrumento de defensa de los derechos e intereses comunes de lxs trabajadorxs. Y será eficaz en la medida en que sus integrantes y sus dirigentes tengan claro cuáles son los intereses por los que tienen que luchar. Muchos “representantes” ni siquiera lo pueden pensar porque fueron formados en el charrismo, pero no deberían estar ahí por los dividendos del hueso; el magisterio les ha delegado la responsabilidad de representarles frente al patrón.

Pensar que el problema es el sindicato, es un error. Quizás algún día, cuando la institución deje de ser la plataforma política de un grupo de corruptos, podremos evaluar su efectividad y posibilidades reales. Por lo pronto, tenemos que saber que el problema no es el sindicato; es su secuestro.