Por: Mtra. Erika Gabriela González Gaytán
Acostumbrados a un sindicalismo que ejerce e impone una comunicación vertical descendente, cerrados por completo a reconocer las legítimas demandas de la base magisterial, el actual Comité de la Sección 42 del SNTE, se encuentra frente a una problemática coyuntural muy interesante: cero credibilidad, incapacidad de respuesta y la puesta en riesgo (para el grupo oficialista) de la continuidad en el poder.
En dicha problemática por supuesto confluyen factores diversos derivados de condiciones locales y globales, pasadas y actuales, en este sentido se pueden agregar elementos como la corrupción de los diferentes gobiernos en el estado y que han permeado la vida sindical o, variables recientes como la propia crisis económica, de salud y socio emocional generada por la pandemia que generan tensión y agudizan las deficiencias.
Otro factor importante no reciente pero que sigue teniendo efectos visibles en las dinámicas internas del sindicalismo en todo México es el mismísimo cacicazgo tradicional heredado por la Maestra Elba Esther Gordillo, que imponía (esperando cambie en el próximo proceso de renovación seccional) a los grupos de poder en las diferentes secciones sindicales.
En este modelo sindical el servilismo se prioriza y deja en un plano secundario las cualidades de un buen líder para hacer frente a las necesidades del momento y mucho menos se procura que cuente con la capacidad de realizar una visión prospectiva que permita atender de forma eficiente y eficaz las necesidades futuras del gremio en cuestión.
Lo hemos visto, los hechos hablan por sí mismos, el tiempo nos alcanzó y no hay una representación sindical sólida que pueda hacer frente con autoridad moral y jurídica contundente a los conflictos y a las grandes pérdidas que enfrenta desde 2013 al menos la Sección 42 del SNTE.
El tipo de comunicación que se menciona al inicio de este texto y que se evidencia en las declaraciones del Secretario General de la 42 quien absurdamente pugna por la suspensión del servicio médico para todos los deudores, es pues solamente una de las condiciones o factores que ponen al comité al centro de dicha problemática.
Justa consecuencia de, entre otras muchas otras agravantes, haber puesto en riesgo uno de los mayores bienes del magisterio estatal, su servicio de seguridad social Pensiones Civiles del Estado.
Pero existe un elemento más, uno que se mezcla con los anteriores, que influye sobremanera, que está poniendo en jaque al grupo élite de la 42 y que representa a su vez una esperanza en sí mismo para la mayoría de maestras, maestros y demás agremiados: la inevitable transformación de paradigma que se está gestando en la base gremial, en el que la concientización y el acceso a la información pueden llegar a consolidar una nueva dinámica sindical, quizá una reorientación hacia su verdadera esencia, la defensa de los derechos laborales.
Es decir el cambio en el interés, información, análisis, participación, pero sobre todo de construcción colectiva de soluciones está generando la posibilidad de dar paso a un nuevo sindicalismo.
Un sindicalismo que reconozca sin miedo problemáticas, fortalezas y debilidades, un sindicalismo que deseche la comunicación vertical descendente obsoleta e instaure una comunicación y liderazgo horizontal y democrático en el que se respete, escuche, considere y se trabaje con y por su base.
La anterior posibilidad se sustenta en dos cosas: primero que las tradicionales formas de liderar ya no funcionan y segundo que la base ya «despertó».
La historia aún se sigue escribiendo en la 42 y aunque la evidente torpeza del comité seccional para solucionar una problemática tan delicada como la que enfrenta PCE sigue a la orden del día, existe también una veta invaluable en el propio gremio, en sus maestras, en sus maestros, una gran capacidad intelectual, solidaria, de trabajo y construcción colectiva pero sobre todo de voluntad y amor por su propia sección, en ello reside la esperanza.
Artículo de opinión
Mtra. Erika Gabriela González Gaytán
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