Guerrero.- Víctima de covid-19, el profesor José Luis Hernández Rivera, ex director de la Normal Rural de Ayotzinapa murió en el Hospital General Raymundo Abarca Alarcón, en la capital del estado de Guerrero.
La información sobre el deceso de Hernández Rivera se confirmó esta tarde, aunque pasó aproximadamente una semana intubado por complicaciones de coronavirus.
Hernández Rivera era director de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos en septiembre de 2014, cuando se registró el asesinato de tres estudiantes y la desaparición de los 43 alumnos de primer y segundo grado, durante los ataques suscitados en Iguala de la Independencia.
Aunque su nombre se manejó con mucha insistencia en diferentes medios de comunicación, tras la tragedia de Iguala, el profesor Hernández fue conocido mucho antes, en la década de los 70’s por su participación en la guerrilla de las Fuerzas Armadas (FAR), lo que le valió permanecer en prisión durante varios años.
Cuando se suscitó la tragedia de los normalistas asesinados y los 43 desaparecidos, el director fue cuestionado por el hecho de haber permitido el traslado de sus estudiantes a Iguala con la intención de tomar autobuses, los que serían utilizados para trasladar contingentes a la marcha del 2 de octubre, en la Ciudad de México.
Durante su paso por las filas de las FAR, el profesor Rivera fue apodado como El Comandante Corcheta de León.
En noviembre de 2015, a pesar de que no se le había requerido, todavía como director de la Normal Rural, José Luis Hernández acudió a las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada para deslindarse de cualquier vínculo con el crimen organizado, particularmente con la organización conocida como “Los Rojos”.
Entrevistado en Chilpancingo, dijo que durante la primera comparecencia se le preguntó solamente sobre cuestiones relacionadas con la vida interna en Ayotzinapa, nada que tuviera que ver con la presunta infiltración el crimen organizado en el plantel, pero se le dijo que podría ser invitado a declarar posteriormente.
Fuente: Milenio