-El presidente se encuentra ingresado en el Hospital Militar Water Reed para tratarse el coronavirus. El confuso parte médico eleva la incertidumbre en Estados Unidos
La enfermedad del mandatario republicano ha hecho saltar por los aires cualquier previsión en el país más poderoso del mundo cuando faltan 30 días para las elecciones presidenciales. Y el episodio de este sábado a la entrada del hospital militar Walter Reed, en Bethesda (Maryland), una comparecencia que debía calmar las aguas no hizo sino sembrar la desconfianza en torno al verdadero estado de Trump, que con 74 años de edad y 110 kilos de peso, es un perfil de riesgo ante la covid.
El médico de la Casa Blanca, Sean P. Conley, afirmó en rueda de prensa que el presidente estaba “yendo muy bien” y se sentían “extremadamente felices” por su evolución. Acto seguido, una fuente cercana de la Casa Blanca, citada de forma anónima por la mayor parte de medios pero que Associated Press identificó como el jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, dio una versión más negativa. Meadows dijo que la jornada del viernes había resultado “muy preocupante” y que las próximas 48 iban a ser “críticas”. “No estamos aún en un camino claro hacia la recuperación”, rezaba la declaración completa.
Conley aseguró también que Trump no había tenido fiebre desde el viernes por la mañana, que no había sufrido problemas para respirar en ningún momento y que no estaba recibiendo oxígeno suplementario. Sin embargo, preguntado en varias ocasiones sobre si en algún momento del tratamiento había requerido ese apoyo, se negó a responder. Horas después, una fuente anónima citada por AP indicó que sí había necesitado oxígeno el viernes en la Casa Blanca, antes del traslado al hospital.
El presidente ingresó en el hospital, ubicado a 30 minutos de Washington, sobre las seis y media de la tarde del viernes. Trump abandonó la Casa Blanca por su propio pie, vestido con traje y corbata, saludó a la prensa con el pulgar hacia arriba y subió al helicóptero rumbo al centro médico. Antes, dejó grabado un breve vídeo en el que decía: “Quiero dar las gracias a todos el mundo por el increíble apoyo. Voy al hospital Walter Reed. Creo que voy muy bien, pero vamos a asegurarnos de que las cosas se solucionen. La primera dama va muy bien. Muchas gracias, nunca lo olvidaré”.
El presidente informó de su contagio en su propia cuenta de Twitter cerca de la una de la madrugada del viernes, horas después de que se confirmara el positivo de Hope Hicks, una estrecha colaboradora con la que había viajado a varios actos públicos por todo el país en la última semana. Aun así, este sábado surgieron dudas sobre cuándo había sido diagnosticado Trump, o cuándo había empezado a sentir los primeros síntomas. Su agenda de la semana fue intensa, empezando por el debate electoral con el candidato demócrata, Joe Biden, en Cleveland (Ohio), y siguiendo con un mitin en Minnesota y una acto de recaudación de fondos el mismo jueves en su campo de golf de Bedminster (Nueva Jersey).
El doctor Conley afirmó a los periodistas este sábado que el diagnóstico de Trump llevaba “72 horas”, lo que supondría que el virus le fue detectado antes del anuncio. Minutos después de la comparecencia envió un comunicado para aclarar que se había confundido y que, en lugar de 72 horas, quería decir “día 3”, entendiendo que el jueves y el viernes eran los días 1 y 2.
No hay una fecha prevista para el alta del presidente ni certezas sobre el progreso de la enfermedad en las próximas jornadas. Los casos graves de coronavirus suelen alcanzar su punto más grave a partir de una semana desde que se manifiestan los síntomas. Estos suelen presentarse a los cinco días del contagio.
Todo lo que se sabe de la covid, un nuevo virus que ha matado a al menos un millón de personas en todo el mundo, se ha aprendido en los últimos meses a marchas forzadas y aún no hay una vacuna ni un tratamiento específico. A la complejidad del asunto se suma una Casa Blanca como la de Donald Trump, que ni siquiera en este caso ha podido evitar generar una sensación de confusión y desorden.
El viernes por la mañana, horas después de confirmarse su contagio, la Casa Blanca informó de que el presidente sufría “síntomas leves”, que se sentía “fatigado”, pero de buen ánimo. El republicano fue medicado con un cóctel de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron, un tratamiento experimental, y más tarde con Redemsivir, el único fármaco para tratar la covid-19 aprobado por las instituciones competentes estadounidenses y europeas. El estado de primera dama, Melania Trump, también con síntomas, es menos grave, por lo que no ha abandonado la residencia oficial. Al mediodía, Trump escribió en su cuenta de Twitter: “Los médicos, enfermeros y todo el gran Hospital Walter Reed, igual que otras increíbles instituciones que se les han sumado, son ALUCINANTES. Se ha logrado un progresos tremendo en los últimos seis meses para luchar contra esta plaga. Con su ayuda, ¡me siento bien!”.
Estados Unidos se ha convertido en un epicentro de la pandemia, con más de 200.000 fallecidos. El presidente, que negó su gravedad hasta el último momento y llegó a mofarse de las medidas de prevención, ha pasado a engrosar la lista de los siete millones de infectados del país. A un mes de las elecciones, los estadounidenses no saben cómo transcurrirá el resto de la campaña electoral, cuál será el papel de Donald Trump, si podrán celebrarse nuevos debates presidenciales o habrá más de esos mítines trumpistas multitudinarios. Ignoran, incluso, si el vencedor se conocerá esa misma noche electoral o habrá que esperar días, por un posible aluvión de votos por correo. Decir que la incertidumbre es total es quedarse cortos.
Fuente: El País