Las presiones sobre el agua

Por: Víctor M. Quintana S.

La actual disputa por el agua no emerge solamente de las estrategias de los actores sociales involucrados en ella. Emerge, también, de las crecientes presiones sobre el vital líquido y las crecientes demandas sobre el mismo. Esto queda claro comparando la situación cuando se firmó el Tratado e 1944 y la que ahora vivimos. ¿Qué es lo que ha cambiado desde entonces?

  1. La geopolítica internacional

En 1944, aun con la gran asimetría de poder entre los Estados Unidos y México, nuestros vecinos del norte requerían más aliados o cuando menos la anulación, de las  eventuales simpatías hacia los países del Eje. De ahí que el Tratado se firmara en condiciones favorables para México y en el mismo año se firmara el tratado para dar inicio al Programa Bracero pues a los norteamericanos les urgía la mano de obra (barata) mexicana ante el gran esfuerzo bélico. En aquel país gobernaba el presidente más progresista que hayan tenido, Franklin D. Roosevelt.

Ahora, gobierna los Estados Unidos el presidente más reaccionario que hayan tenido en décadas, Donald Trump. Y aunque pudiera necesitar a México, se hace como si, e lugar de necesitarnos, le estorbáramos. Por eso sigue insistiendo e el muro y no va a tener empacho en utilizar la presión sobre México y hasta duras represalias en el caso de que no se le pague la deuda del agua para el 24 de octubre. Incluso eso le puede reportar dividendos para asegurar su reelección en los comicios del próximo 3 de noviembre.

  1. El cambio climático

En 1944, al firmarse el Tratado había conciencia de que la zona involucrada en él, suroeste de los Estados Unidos y norte de México, es árida y semiárida, con precipitaciones pluviales erráticas, oscilantes, y sequías recurrentes, por eso tal vez el plazo para la entrega del agua de un país a otro se estableció en quinquenios, para dar más margen al cumplimiento. Entonces ni era evidente ni había conciencia del cambio climático.

Hoy estamos ya totalmente instalados en el proceso del cambio climático planetario. Desde el año 2000 se ha iniciado, según la Universidad de Columbia, una sequía de larga duración en esta amplia región de Norteamérica, que va para largo. Veranos más secos y más altas temperaturas disminuyen el aporte a las cuencas del río Colorado y del río Bravo, a la vez que causan espantosos incendios en California y Oregon y hacen más severa la sequía en el norte de México. Todo esto está provocando que el caudal de los ríos involucrados en el Tratado sea cada vez menor y, por lo tanto, haya más dificultades para cumplir lo pactado.

  1. La concepción del agua y su manejo..

Al menos para México, el Tratado de 1944 se hace bajo una concepción nacionalista del agua, como recurso de la Nación, regulado por el Art, 27 Constitucional, sometido a la rectoría del Estado. Se hablaba de que “el agua es nuestra”  pero como un nosotros incluyente a todo el Pueblo de México y no sólo de un grupo, una región o un estado.

Todo esto cambia al imponerse el neoliberalismo en México e instaurarse una nueva concepción y entramado institucional del agua, con la Ley General de Aguas de 1992 y la creación de la Comisión Nacional del Agua, Conagua. En los hechos se deja de considerar el agua como un “común” un bien común, y se privilegian la apropiación individual del mismo. “el agua es de quien la extrae”, se deja el manejo de los distritos de riego en manos de los módulos conducidos por particulares y en la práctica se abandona la rectoría del Estado.

  1. Las necesidades y los usos del agua.

La población de las localidades que emplea el agua superficial de la cuenca del río Bravo, en lo que va de la firma del tratado de 1944 a la fecha se habrá multiplicado nueve o diez veces, lo que significa una mucho mayor demanda de agua para consumo humano. Por otro lado, también ha cambiado mucho el perfil de los cultivos, al menos en la zona Centro Sur del estado de Chihuahua. Al entrar en vigor otro tratado, el de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN en 1994, perdieron competitividad y rentabilidad muchos de los cultivos de esta zona. Y los productores se refugiaron en dos productos de alta rentabilidad, comercialización segura, pero alto consumo de agua de riego: la alfalfa y la nuez pecanera. Esto ha generado una gran presión sobre la disponibilidad del agua de las presas, cada vez más escasa. Fue una consecuencia muy previsible con la apertura del mercado agropecuario a las importaciones de Norteamérica.

  1. El mercado del agua.

Con las necesidades crecientes de la agricultura comercial por lo que acabamos de describir y con la desregulación y cambio de concepción del agua, se favoreció la aparición y desarrollo de un importante y rentable “mercado del agua”. La gente empezó a comprar y vender las concesiones de agua a las que tenía derecho. Por ejemplo, si su parcela era invadida por la ciudad, la vendía a un alto costo a los desarrolladores inmobiliarios pero la concesión del agua la vendía para que se explotara en otro lugar del distrito. Así, el neoliberalismo favoreció el mercantilismo en el uso de un bien común estratégico y, con mucha seguridad, la concentración de las concesiones en quienes tienen dinero para comprarlas. Esto hay que documentarlo con toda precisión.

En la medida en que se entiendan los nuevos datos de la problemática del agua en nuestro estado y nuestro país se podrá avanzar en la construcción de una solución a mediano y largo plazo. De lo contrario, cada parte seguirá atrincherada en su postura provocando mayores enfrentamientos e inestabilidad.