Chihuahua, Chih.- Omar Eduardo Blanco Loya, actualmente estudiante de la licenciatura de Motricidad Humana en la Facultad de Cultura Física, en la Universidad Autónoma de Chihuahua, tuvo que pasar por un sinnúmero de vicisitudes, para conseguir su sueño y salir adelante tras ser víctima de un atentado que dejó sus capacidades motrices se han visto afectadas.
Omar es hijo de la maestra Maricela Blanco, quien se ha desempeñado como maestra de inglés en facultades de la UACH a lo largo de más de 20 años, y actualmente es la coordinadora de la biblioteca de la Facultad de Ciencias Agrotecnológicas.
“Me he criado en los campus, desde los cuatro años ando por aquí. En la secundaria me nació el interés por el futbol americano, y en Faciatec hubo chanza de entrar, sin cobrarme. Empecé a jugar con el equipo de Jaguares, y obvio por las reglas de la liga pues no jugaba, nomás entrenaba. Después los mismos coaches me re-direccionaron a un equipo en donde no me cobraran tanto y fue como llegue a los Linces, que es el juvenil de Conta. La Facultad de Contaduría y Administración tenía aparte del interfacultades, juveniles e infantiles. Ahí fue donde empecé a jugar, ahora si en mi categoría.”
A Omar se le ilumina el rostro al recordar sus momentos en los partidos, donde incluso fue nominado dos años consecutivos como mejor jugador en su posición.
“En el 2015 jugué en el primer torneo interfacultades y llegamos a la final, aunque perdimos ante Ingeniería. Ese año, el día de la final, llegué por un amigo a su casa y me dijo, ¡ya voté por ti! No sabía de qué me estaba hablando. Cuando llegamos a los lockers el coach preguntó a todos si ya habían votado por mí, y yo seguía sin saber de qué me estaban hablando, y luego ya me enseñó la publicación. En la página de Facebook de la Liga habían subido una nominación, al mejor liniero ofensivo de la liga, y ahí estaba yo. Lo publicaron el día del juego y a nadie le avisaron, así que desgraciadamente perdí la nominación. El siguiente año seguí jugando con Conta, volvimos a llegar a la final y perdimos nuevamente. Me volvieron a nominar y volví a perder, supongo que tenía más amistades el otro chavo”, dice entre risas Omar.
Durante los torneos interfacultades 2015-2016, Omar estudiaba Ingeniería Eléctrica en el Tecnológico de Chihuahua. Pensó en vivir en Estados Unidos, pero el costo de la educación superior lo desanimó. A finales del 2016 se dio de baja del Tec y se fue a trabajar a su país natal, no le gustó la experiencia y se regresó a Chihuahua a buscar suerte.
Trabajó como guardia de seguridad, empleo que dejó ante la preocupación materna; por lo que optó por rentar el automóvil de un amigo y utilizarlo para proveer el servicio de Uber, 12 horas de lunes a viernes, e incluso los fines de semana a fin de pagar la renta. Así estuvo un mes, aproximadamente, cuando todo cambió.
“Me tocó agarrar un viaje en el Saucito, un chavo de una casa, era un agente de ventas de una agencia de carros. Íbamos al Periférico de la Juventud, era un viaje de 25 pesos. Ni para la gasolina, como decimos, pero le dije súbete. En camino, estábamos a tres semáforos de que me tocara el verde, cuando de pronto escuché mucho silencio y luego un beep. En ese momento yo no entendí que estaba pasando.”
Omar y su pasajero habían sido víctimas de un ataque armado, por motivos desconocidos hasta el día de hoy. Si bien, el otro joven perdió la vida instantáneamente, Omar se encontraba con vida, aunque con cinco balas alojadas en su cuerpo.
“Dos en la cabeza, una en el hombro, una en el brazo y una en un dedo. Mi mamá esperó cuatro horas para entrar a verme. Dicen que llegué consciente al hospital, que sabía quién era, pero después estuve tres meses en terapia intensiva. No me dormía, así que me tuvieron que inducir al coma. Las probabilidades que daba el doctor no eran buenas, dice mi mamá que todos los días llegaba y decía, vamos a ver si sobrevive las siguientes 24 horas. Tiene de una en un millón de sobrevivir”.
“Mi lado derecho estaba funcional, y mi lado izquierdo paralizado”. -Continúa Omar- “Iban al hospital y me daban terapias, por parte del Departamento de Fisiatría de la UACH. Empecé a avanzar rápidamente.
Pese a estos pronósticos, Omar empezó a progresar. Su casa fue sometida a una remodelación, gracias al apoyo de amigos y compañeros de su madre, adaptada para el uso de una silla de ruedas, misma que dejó de ser necesaria en menos de dos años, pues gracias a su fuerte voluntad y al trabajo realizado en sus terapias, en el área de fisiatría de la UACH; hoy le permite a Omar caminar, y realizar todo tipo de actividades de manera independiente, con el apoyo de un bastón.
“El equipo con el que yo jugaba, mis respetos. Mi accidente fue un martes, y ellos para el domingo organizaron una hamburguesada, de hecho aquí, en el Nido de Águilas, para recaudar fondos, porque ellos desde un principio dijeron, creemos fielmente que va a salir adelante, y él va a necesitar terapias, medicinas.”
Omar supo darle la vuelta a la página, aunque mantiene secuelas, como la falta de respuesta de los dedos de su mano izquierda o la falta de visión periférica en su ojo del mismo lado, se desenvuelve en los dos campus con gran soltura y es amigo de estudiantes, catedráticos y personal administrativo por igual.
“Estoy estudiando Motricidad Humana. No es fácil, tengo que dedicarle mucho más tiempo que los demás. Quería estudiar fisioterapia en Medicina, pero no me quedé, y buscamos una segunda opción. La verdad estoy muy a gusto. La doctora me dijo; tienes que hacer ejercicio el resto de tu vida, y dediqué el semestre en la alberca del campus 1, fortalecí un poco más las piernas, y el brazo”
Además de su actividad académica y de rehabilitación, Omar cumple con otra actividad en la UACH: Su papel como coach asistente con sus compañeros de futbol americano, con el equipo Apaches de la Facultad de Derecho.
Omar se declara agradecido con la UACH, con los compañeros de trabajo de su madre, y con sus compañeros estudiantes y jugadores. “Yo me crie en el campus. Quiero dar un agradecimiento a los Linces, a los que fueron mis coaches y demás. Ellos se movilizaron, en la hamburguesada vendieron 2,565. Desde entonces, siempre que hay algo así yo trato de ayudar, no soy rico, pero en su momento lo necesité y ahora me gusta ayudar cuando alguien más lo requiere”, concluye.