Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
No solo es prácticamente imposible el intercambio de ideas con fantasmas, con personas ocultas en la virtualidad o con fotos e imágenes sin identidad, es poco inteligente.
Tener la valentía de firmar editoriales, puntos de vista, columnas o apreciaciones personales necesita arrojo, porque además de aplaudirse su determinación, se tiene la certeza de poder establecer una comunicación bidireccional con alguien real.
Esconderse con la facilidad que brinda el Internet para insultar, denostar, calumniar por la simpleza de no coincidir en ideas, cualquiera puede hacerlo, pero ponerle nombre y apellido a las aseveraciones es de reconocerse para mínimo, tener la seguridad de a quien dirigirse y desmentir o confirmar lo expresado.
Parece que algunos aún no han entendido que lejos de ganarse simpatías magisteriales siguen generando repulsión y hartazgo cada vez que algo expresan, porque además de monotemáticos resultan insulsos.
Es decepcionante ver el nivel de polarización al que pretenden llegar ciertos perfiles aunque, sinceramente, hasta flojera y risa dan.
Si se quiere debatir o exponer puntos de vista que esto sea bienvenido pero siempre con argumentos y razonamiento; elevar pues el nivel. Si no es así, ni perder el tiempo en bodrios, remedos de análisis serios.