Por: Rosalio Morales Vargas
Desde inicio de febrero de 2025 comenzó a crecer una ola de rebeldía e inconformidad en las filas del magisterio insurgente y democrático del país, la cual alcanzó su cresta más elevada en los meses de mayo y junio. El motivo inmediato fue la desaliñada decisión gubernamental de pretender incrementar la tributación para el seguro de salud del ISSSTE a costa del sector de trabajadores al servicio del estado, cuyo salario integrado rebasara las 10 UMA’s.
La respuesta fue inmediata, pero no se produjo como rayo en cielo sereno, sino solamente avivó la mecha encendida desde el 2007 cuando con la CNTE al frente se realizaron masivas movilizaciones para derogar la contrarreforma neoliberal a la ley del ISSSTE promulgada por Felipe Calderón el primero de abril de ese año, la cual privatizó las pensiones dando al traste al antiguo esquema intergeneracional y colectivo. Desde entonces no se ha dejado de combatir contra el capital financiero en su forma de Afores, beneficiario de las ganancias provenientes del ahorro de las y los trabajadores.
Lo nuevo en la presente coyuntura radica en que la lucha no se da en contra de gobiernos abiertamente neoliberales, sino con uno autodeclarado como de izquierda, pero que su política económica no lo distancia de aquellos, aunque se hayan producido cambios superficiales en la esfera política y el trato a las organizaciones sociales. La represión no se evidencia con balas, gases y garrotes, más bien, mutó a una de carácter verbal y simbólico, donde pulula el intento de acorralar y desprestigiar al movimiento desde las “mañaneras” y las redes sociales de los conservadores y una franja de militantes de la 4T.
Es claro que el neoliberalismo sólo se abolió de palabra y si bien es cierto que un modelo de acumulación no desaparece por decreto o arte de magia, no deja de consternar que la hazaña del 2018 del pueblo de México en arrebatar al timón del país al PRIAN, no se corresponda con cambios profundos en materia fiscal mejorando el reparto del excedente, dejando de pagar el tributo neocolonial de la deuda pública, reorientando el presupuesto en beneficio de sectores más desvalidos, aumentando el gasto del Estado canalizándolo a la salud, educación, soberanía alimentaria, por citar tan solo algunos rubros básicos. En el país sigue intocada la ganancia, la usura y la renta parasitaria.
Ante la situación internacional explosiva y frente a la amenaza de una guerra de enormes dimensiones, además de la acometida feroz del gobierno estadounidense contra la comunidad de connacionales en Estados Unidos; el actual gobierno no acierta a reconocer al movimiento social antisistémico como un potencial aliado para frenar al imperialismo belicoso; prefiere establecer alianzas y compromisos con el charrismo sindical, entre ellos, el del decadente SNTE, que sin ruborizarse ostenta las señas distintivas del camaleonismo político: el camuflaje y cambio de color de camiseta al servicio del patrón en turno.
La CNTE asumió el centro de gravedad nacional de la protesta en esta fase de movilizaciones y no es ocioso recordar que sus planteamientos y formas de organización trascienden los estrechos marcos del gremialismo; surgió en medio de grandes vendavales sociales a finales de la década del 70’ del siglo pasado contra la burocracia y el autoritarismo sindical, ha desarrollado formas de contrapoder de base, diversificado sus formas de lucha y cuenta con una estructura tendencialmente antijerárquica. Emergió combativamente en diciembre de 1979 cuando el trabajo docente se precarizó por el encarecimiento de la vida en los tiempos de la borrachera por el petróleo y la “administración de la abundancia” del sexenio de López Portillo. Desde sus inicios formó filas con el movimiento antineoliberal mexicano.
Las movilizaciones de febrero a la fecha dan cuenta de que la CNTE y el vasto movimiento en torno a la demanda central de abrogación del ISSSTE del 2007, tiene enormes perspectivas por la radicalidad del reclamo, la construcción de renovados sujetos políticos y la potencialidad de las acciones emprendidas. Independientemente de la desembocadura de la lucha actual, en sus diversos ciclos de avance y repliegue organizado, durante estas jornadas ya se obtuvo un triunfo resonante que será recordado por las presentes y futuras generaciones.
Entre los logros tangibles del movimiento está el haber colocado en el centro del debate nacional el urgente tema de las pensiones, adicionalmente, exhibió al charrismo como anacronismo antidemocrático y subordinado, mostró que el neoliberalismo sigue vigente en México a contrapelo del discurso oficial, ganó la batalla política y moral en el zócalo rebelde y en los estados levantiscos, cobijó a insurgencias regionales como en Chihuahua y Sonora, desenmascaró la demagogia y límites de un gobierno sedicente de izquierda, denunció el obsceno enriquecimiento del capital financiero, rebeló la falta de ética en las campañas electorales con sus mentiras y engaños, manifestó que la política no se constriñe al accionar de los partidos políticos en las elecciones y quebró la idea del fatalismo determinista de que no hay actividad social posible fuera de los cauces oficiales.
A pesar de esta victoria, no se debe caer en el autoelogio y en el envanecimiento político, toda organización democrática está obligada a realizar balances de su actividad sin desdeñar la autocrítica; por supuesto que la CNTE no es un organismo sin fallas ni errores;
aún persisten yerros, que paso a paso se van corrigiendo como son la poca presencia femenina en las instancias representativas a pesar de ser mayoría en la base, la proliferación de ríspidos debates en no pocas ocasiones con tonalidades acusatorias, convirtiendo las contradicciones en antagonismos, la existencia de sospechas y desconfianzas entre algunos componentes de la organización. Sin embargo, sus aportes a la lucha por la democratización de la educación, el sindicato y el país y el forjamiento de una nueva cultura política son reconocidos a nivel nacional, regional e internacional. Con este bagaje de alcances y limitaciones se llegó a la coyuntura de 2025, la cual no ha terminado, sino sólo cambió de escenario y rediseñó su táctica.
En el período venidero se tendrá que ser muy sensible al contexto nacional e internacional en el que se va a actuar, sabiendo que la verdadera radicalidad consiste en hacer propuestas alternativas y reconocer el cambio de modalidad de la violencia institucional. Es preciso en la etapa de reorganización recurrir en mayor medida a los métodos de no violencia activa y la educación para la paz con dignidad. Vivimos en un país harto de la crueldad imperante en las calles citadinas y las aldeas remotas por obra del crimen organizado y en un mundo donde la hostilidad se acrecienta desmesuradamente. Debemos reconocer que hay momentos históricos en que luchar por la paz es una consigna revolucionaria, que concita adhesiones de segmentos importantes de la población oprimida, de las y los “condenados de la tierra”. Es imperativo no caer en el garlito de las acciones violentas, recordando que todas las formas de lucha son admisibles siempre y cuando elevan la conciencia del pueblo explotado en un tiempo y espacio concreto, aunque sepamos que la fuente de la violencia emana del poder, ya sea estatal o criminal o una combinación de ambos.
Necesitamos una correlación de fuerzas favorable al polo oprimido de la sociedad y esta relación nunca es estática, precisamos ganar a la población marginada para nuestras demandas enarbolando las suyas propias, es urgente establecer alianzas estratégicas con organizaciones democráticas, no incurrir en errores, sean estos por vacilación o aventurerismo, evaluar con detenimiento la situación política y las contradicciones y fisuras en “las alturas” y no permitirnos la división en nuestros contingentes por asuntos menores. La justeza de las exigencias invita a formular demandas abarcadoras de alcance general.
La magnitud de la tarea de abrogar las contrarreformas neoliberales requiere un arsenal político mayor que va más allá de las del magisterio movilizado, la CNTE se colocó en la avanzada del movimiento popular en México durante estos meses turbulentos y ahora tiene condiciones para realizar un llamamiento al conjunto de sectores populares en lucha, preparar la batalla por un presupuesto que beneficie a las franjas de población más débiles y poner en la picota la manera de recaudar y repartir los recursos en el país. Nuestras luchas particulares forman parte del entramado libertario por un proyecto de emancipación social global, que adquiere sentido en la coordinación y unificación de movimientos para derrotar al monstruo depredador del capitalismo. No olvidemos que cuando las y los oprimidos pasan del lamento solitario a la lucha colectiva la utopía renace en el horizonte y la alborada deja atrás las sombras del oprobio.
¡ UNIDOS Y ORGANIZADOS VENCEREMOS!
¡ HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
Chihuahua, Chihuahua, 18 de junio de 2025.