Tarde y noche de violencia se registró ayer jueves en Guachochi con diferentes y prolongadas balaceras que causaron el pánico y la angustia entre la población. Ante el clima de inseguridad que se vive en la región, la Diócesis de la Tarahumara, emitió una carta de «consuelo, esperanza y repudio ante la violencia» dirigida a su feligresía.
A continuación el contenido íntegro de la carta en mención:
«DIÓCESIS DE TARAHUMARA
+JUAN MANUEL GONZALEZ SANDOVAL MNM
OBISPO DE TARAHUMARA
Guachochi, Chih., Guachochi, a 16 de mayo de 2025
Carta a los fieles de Guachochi: consuelo, esperanza y repudio ante la violencia
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Con el corazón profundamente conmovido me dirijo a ustedes, después de los dolorosos acontecimientos que hemos vivimos en estos días en nuestro querido Guachochi.
Las balaceras que se han presentado, han sembraron miedo, angustia y dolor en nuestras calles, hogares y corazones.
A nombre de nuestra Iglesia diocesana, quiero expresarles mi más cercano consuelo, mi palabra de esperanza y también un firme repudio a toda forma de violencia.
A quienes fueron testigos de estos momentos aterradores, a quienes hoy sienten el corazón herido por la inseguridad que nos rodea, les digo: no están solos. Jesús, que lloró ante la tumba de su amigo Lázaro, está hoy con nosotros, llorando con nosotros, caminando con nosotros. Como Iglesia, estamos con ustedes.
Oramos, acompañamos, escuchamos y nos comprometemos.
Aunque la noche parezca oscura, no olvidemos que somos hijos de la luz. El miedo no tiene la última palabra. Dios no abandona a su pueblo. Nuestra esperanza está puesta en Cristo Resucitado, que venció el odio, la muerte y el pecado. Él nos invita a seguir construyendo la paz desde abajo, desde nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras parroquias.
La esperanza no es ingenuidad: es una decisión firme de seguir creyendo en la fuerza del bien, de la verdad y del amor.
Como Pastor de esta Iglesia de Tarahumara, levanto la voz para repudiar con firmeza toda forma de violencia. No podemos acostumbrarnos a vivir entre balas, a aceptar como normal lo que es contrario a la dignidad humana.»