Reflexiones en tiempos del COVID

Por: Profr. Jorge Rodríguez

Hoy me puse a pensar algunas situaciones que nos está dejando la pandemia del covid-19, sobre todo en la educación en casa, pero también en la educación social, en un sistema político-económico, donde existe desde hace mucho tiempo un aparato de sugestión, es decir estamos educados para siempre estar aumentando nuestro apetito de consumo, por lo cual, la educación desde la casa, la escuela y la sociedad está dirigida a fortalecer nuestro apetito de consumo y sobre todo que sea lo más provechosa para las grandes industrias, es decir, nos educan para ser los eternos consumidores.

Por lo que la educación esta tornada a esto, a la explotación del hombre por el hombre, convirtiendo la felicidad, el amor en asuntos de mercaderías, tan es así que le damos demasiada importancia a la pulcritud de las 7 virtudes capitales, el individuo se enorgullece tanto de su pulcritud, que termina siendo un hombre de segunda, estimando, por ende, las cosas de segunda, las más banales y muchas veces las personas más pulcras tienen el alma más sucia.

El claro ejemplo de esto es que nos dedicamos a explotar demasiado a nuestros niños y todo niño odia que se haga uso de él como si fuese un objeto; nuestra sociedad quiere de sus niños servilismo pero no buscamos buenas maneras, solo queremos frívolos modales, llenos de esa moral que nos hace temer a la vida, estamos convirtiendo a nuestros niños en necrófilos ( odio a la vida o amor a la destrucción) y es en este punto donde podemos encontrar a groso modo la razón del porque el mundo sufre tanto: SU  USO EXCESIVO DE  CENSURAS Y REPROBACIONES, POR SU EXCESO DE ODIO.

Es muy fácil ver nuestra ingenuidad como adultos y la gran cantidad de errores que cometemos con nuestros hijos, pues esperamos sinceridad de nuestra clase política (véase cuan ingenuos somos), pero educamos a nuestros hijos de manera tal que no se atrevan a ser sinceros.

Después de pensar todo esto me surge un cuestionamiento ¿por qué el niño tiene que obedecer?  Será acaso que tiene que obedecer solo para satisfacer el deseo, de nosotros los adultos, a tener poder, de otro modo ¿por qué tendría que obedecer el niño?

El progreso de nuestra sociedad consiste en librar de vergüenzas y apariencia al mundo, librarlo del miedo y el odio al mundo, solo así estaremos contribuyendo al avance de la nueva sociedad de buenas maneras. Se tiene que renunciar al odio disfrazado autoridad y desaprobación, debemos renunciar a la intolerancia (consecuencia al miedo a la libertad, acto que puede llegar a ser inconsciente) debemos quitar la vieja moral, esa moral limitante, debemos despojarnos de los veredictos de las multitudes, a esto le podemos llamar RENUNCIACION.

Debemos dar espacio a la libertad de ser mas, debemos permitir a nuestros niños y a nosotros mismos por expresarnos abiertamente, con sinceridad, poder pintar y bailar; porque si no hay lugar para la danza (libertad para danzar la propia vida) ¿cómo encontrar la libertad en los momentos más serios de la vida? Si no enseñamos ser libres para que cada uno invente sus propios pasos de baile, si no permitimos que cada uno de nuestros niños se atreva a inventar su propia danza de la vida, es improbable que se atreva a inventar sus propios pasos educativos, religiosos o políticos.

DAR LIBERTAD ES DAR AMOR, Y SOLO EL AMOR PUEDE SALVAR AL MUNDO.