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Crónica de una envidia anunciada

José Luis Fernández Madrid

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid 

Son las 8 de la mañana, aunque bien pudieran ser las 13: 30 hrs, el sol apenas asoma sus primeros rayos para bañar con ellos la cancha escolar, mientras los ruidosos alumnos entran a sus respectivas aulas.

De la nada, de forma intempestiva, en el umbral de la dirección, una pequeña de segundo grado hace su aparición, angustiada, desesperada, con una pregunta agolpada en su garganta y una voz apenas audible lanza el cuestionamiento sabedora de que de la respuesta dependerá su estado de ánimo: Alegría o Tristeza.

La alumna toma aire y respira profundo ¿Vamos a tener “ducación física”? pregunta sin siquiera decir el nombre correctamente, temerosa espera.

El profe de educación física quizá no venga, desde ayer se sintió un poco mal y tal vez no acuda, está enfermo, le respondió el director de manera seca, lapidaria.

Tras su inicial asombro, la pequeña hizo otra pregunta ¿A poco ellos también se enferman? Y sin dar la palabra a su interlocutor ella misma se respondió “Yo pensaba que los superhéroes nunca se enfermaban”

Con más tiento, la autoridad escolar agregó “Sí, también ellos y las superheroínas deben acudir a veces al doctor”

Sin más remedio, con un dejo de frustración y cargando una genuina aflicción, volvió a su salón de clase en donde la totalidad de sus compañeros esperaban impacientes, tras la negativa, llegó el generalizado pesar.

Al volver a su sitial, el director le indica a su maestro que ya puede salir, que el experimento comprobatorio ha sido un éxito: los alumnos y alumnas adoran sus clases y las extrañan en demasía cuando no las hay; para los niños y niñas su diaria visita a la escuela no es lo mismo con una u otra situación.

Tras ello, el docente procede a visitar el aula de esa alumnita; los gritos de algarabía retumban en toda la estructura escolar.

¡Qué envidia! Exclamó el director.

PD: Muchas felicidades a las y los docentes de Educación Física de todos los niveles en su día. Hubiera deseado ser uno de ellos, quizá no tengo su talento ni capacidad. Por ello gracias por considerarme uno más de esa honorable fuerza magisterial.

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