En días pasados fue presentada por familiares de estudiantes una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos denunciando supuestas prácticas de intimidación, amedrentamiento, amenazas y castigos inhumanos contra las alumnas de Primero por parte del Comité Estudiantil de la Escuela Normal Rural «Ricardo Flores Magón» de Saucillo más allá del habitual proceso de inducción. Aseguran que si bien es conocido el habitual proceso de inducción y pruebas que año tras años se llevaban a cabo por espacio de 11 o 12 días, en este ciclo, esta práctica que debería haber concluido allá por el 21 de agosto, continuaría a día de hoy en las noches y madrugadas y enfatizan que se llevaría a cabo con la cautela para que las directivas de la escuela no estén enteradas. De igual modo, denuncian que a las jóvenes de Primero se les habría hecho firmar una especie de carta-promesa comprometiéndose a no revelar nada. Por lo pronto el asunto ya escaló a la CNDH y se solicita la intervención de las autoridades educativas estatales.
A este portal llegó la denuncia de una familiar, la cual expresa lo siguiente:
«Como ya saben, la Normal Rural Ricardo Flores Magón es un internado para mujeres que desean ser docentes. Al ingresar, las alumnas son beneficiadas con beca académica y asistencial. Ahí viven los cuatro años que dura la licenciatura, por lo que se vuelve una casa para cada ‘saucilla’.
Y como toda casa, debe limpiarse, mantenerse en orden y para esto hace falta un reglamento, mismo que las alumnas proponen y vigilan su cumplimiento. Esto ayuda a mantener la convivencia sana y armónica. Así ha sido por décadas, todas de acuerdo en respetar un reglamento y organización que contempla la limpieza de la escuela, regula los horarios de salida y llegada, el comportamiento prudente, etc.
Al entrar, se realiza un curso de inducción para mostrarles a las nuevas alumnas cómo será su vida dentro de la escuela. Tendrán que levantarse temprano a limpiar parte de su escuela, que ahora será su casa. Llevarán una organización interna dividida en varias comisiones para coordinar actividades deportivas, culturales, productivas e incluso políticas, ya que la subsistencia de la escuela recae en manos de las alumnas, quienes la han defendido a lo largo de estos más de 90 años que tiene en pie.
El curso de inducción dura 11 o 12 días, es una pequeña muestra de lo que realizarán los siguientes cuatro años. Así han pasado generación tras generación. Después de esos días, ya dejan de ser consideradas “aspirantes” y pasan a ser compañeras saucillas: se termina el trabajo intensivo y comienza su nueva normalidad al vivir en un internado, compartiendo dormitorio con alrededor de treinta alumnas, con quienes se forja una hermandad. Poco a poco, esa hermandad se va extendiendo a los demás grupos, hasta que se construye una comunidad de alrededor de 500 estudiantes muy unidas y agradecidas con la oportunidad que les brinda Normal Saucillo, escuela que se ha defendido por alumnas y egresadas ante las amenazas de cierre.
Sin embargo, en los últimos años las cosas han ido cambiando. Existe un comité dentro de la normal que, a pesar de que el curso de inducción ya terminó, continúa con actividades en las noches y madrugadas. Las integrantes de dicho comité comenzaron a intimidar a las alumnas de nuevo ingreso, sugestionarlas e incluso amenazarlas para que no cuenten nada de lo sucedido dentro de la escuela o serán expulsadas. Lo que se contó en la nota anterior acerca de los castigos inhumanos e injustificados es completamente verdad: castigos como realizar cien sentadillas o levantar los brazos hasta no sentirlos, y otros más drásticos como negarles la salida durante los fines de semana para no ver a su familia.
Los docentes y directivos no están enterados de nada de lo que pasa en las noches y madrugadas.
Las alumnas tampoco pueden acercarse a los maestros a pedir ayuda, ya que están amenazadas con la expulsión si alguna información sale de ahí.
Invito a las demás alumnas que decidieron abandonar la escuela a levantar la voz, denunciar a los medios de comunicación o derechos humanos y sepan que lo que les hicieron firmar no tiene ninguna validez. Incluso pueden reclamar su lugar si nos unimos y tratamos de demostrar que se nos ha tratado inhumanamente.»