Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
En toda administración, ya sea cuando llegan los nuevos integrantes o bien, cuando se realizan los cambios o ajustes en las estructuras, el deseo, casi grito desesperado es que los espacios de atención y servicio los ocupen personas que mínimo cumplan con el perfil idóneo.
Cuando se presenta una conformación estructural vía elección, las características, cualidades y virtudes pasan por el escrutinio de los electores, lo que por sí mismo es una ponderación positiva hacia dichos rasgos de la personalidad de los postulados, situación que al pasar por el matiz de una contienda, inherentemente se les es depositada la confianza para ejecutar las tareas encomendadas.
Por otro lado, cuando la designación de funcionarios se realiza por la voluntad de quien está plenamente facultado para ello, de igual manera el anhelo es el mismo, que se nombre a hombres o mujeres con experiencia, capacidad y profundo respeto a la integridad de sus subalternos, personal a su cargo o público en general.
Resulta entonces imperativo comprender que en ambos casos, no se les brinda un cheque en blanco o se les obsequia una patente para atender de manera sesgada, conveniente, que cumpla solo con ciertos compromisos o que ignore la razón del porqué están ahí y que es, claramente, para servir a todos y todas sin distingo ni exclusión.
Tener la oportunidad de exigir que se cumplan las expectativas generadas en torno a esos nombramientos no es una graciosa concesión, es simplemente, una aclamación de justicia y de recordatorio de la génesis del servicio.
Solicitar y/o elegir perfiles adecuados a las funciones, por tanto, reviste una trascendencia más allá de subir a la palestra un válido clamor generalizado, por ello, celebrar que espacios de atención y responsabilidad sean ocupados por personal comprometido y capaz habla no de lisonjear ni quedar bien sino simplemente de reconocer conductas, antecedentes y actitudes, lo mismo es condenar malas prácticas y exigir que éstas se modifiquen o extirpen.
En esa tesitura, se ve con buenos ojos el nombramiento de la maestra Arisbe Segovia Bustamante como nueva Directora de Educación Básica de la Secretaría de Educación y Deporte, su trayectoria personal y laboral así como su preparación académica, avivan la esperanza de que su paso por esa importante dependencia pública será benéfica y productiva.
Experiencia y voluntad para servir la tiene, la nueva encomienda sin duda pondrá a prueba todas sus habilidades.
En este y en todos los casos, que sean los destinatarios de sus acciones y determinaciones quienes se encarguen de realizar las respectivas evaluaciones.