Por: Rosalío Morales Vargas
Van las Doñas en búsqueda afanosa
Bordeando los pretiles de la angustia
Escalan una cuesta tormentosa
Persiguen la utopía que no se amustia.
Hoy no mercantilizan los festejos
Una pena habita sus entrañas
Rechazan las lisonjas y cortejos
Poseen la fuerza de mover montañas.
Por lustros han seguido tenues huellas
Y un muro de decoro han levantado
Las tienen sin cuidado las querellas
Ovillan un recuerdo acrisolado.
Escudriñan suburbios pestilentes
Hurgan en centros de tortura aviesos
Refutan las mentiras estridentes
De agresores convictos y confesos.
Una memoria indómita acompaña
Su lucha pertinaz contra el olvido
A su dignidad firme nada empaña
En duras circunstancias se han curtido.
Su andar es entre zarzas espinosas
Contrito el corazón por la zozobra
Desdicen narrativas oprobiosas
Tienen carácter y vigor de sobra.
De la infamia han deshecho esas conjuras
Tapiadas con vileza a cal y canto
Las que soterran a los caraduras
Que no se apiadan con dolor ni llanto.
Ante ningún poder se han doblegado
Su ánimo jamás se ha desleído
Celebran su vivir tan obstinado
Son inmunes al tiempo transcurrido.
Con todo y sufrimiento hay alegría
Hallar hijos e hijas las alienta
Las prisiones esculcan con porfía
Su pundonor confronta la tormenta.
Compendio torrencial de resistencia
Frente alta sin dejo de amargura
Conminan a luchar con persistencia
Para dejar atrás la noche oscura.
No encallan en riberas de mutismo
Porque atisban allá en lontananza
El final de injusticias y cinismo
Y celebran la vida y la esperanza.