Por: Víctor M. Quintana S.
Colocar al nopal sobre el águila no sólo es el problema de Xóchitl Gálvez. Es el problema entero de la coalición opositora. Su carencia de un proyecto de país, el depender de los presuntos errores de la 4T para ganar votos. Tratar de solucionar los complejos problemas de este país con la 3T: tablets, tecnología, tarjetas. Esto denota una grave ausencia de proyecto político.
Xóchitl quiere resolver los problemas del país a tarjetazos. Que los hospitales e instituciones públicas no alcanzan para dar servicio o medicamentos… tarjetazo para que acudan a las instituciones privadas. Que las escuelas públicas no pueden dar cabida a toda la demanda por educación… tarjetazo, para que vayan a escuelas privadas, etc.
Xóchitl no se plantea construir instituciones públicas fuertes, que provean bienes públicos de calidad y suficientes como la salud, la educación, la seguridad, los cuidados. No lo hace porque su formación es muy deficiente. Piensa que el hecho de ser “Self made woman”, ingeniera, de ser una mujer que salió adelante hasta llegar a ser empresaria, de plantear el “echeleganismo”, como dice Viri Ríos, basta para resolver los problemas de este país.
No se ha dado cuenta de que los países más prósperos del planeta son los que tienen estados fuertes, que proveen bienes públicos suficientes a su población, por ejemplo, los países escandinavos. Ahí, el Estado garantiza educación, salud, cuidados, diversión a todos en instituciones públicas, a partir un sistema fiscal redistributivo que carga mucho más a quienes más tienen.
Ni siquiera conoce la historia de México suficientemente como para darse cuenta de que el progreso de este país, con todo y sus asegunes, se dio cuando el Estado proveyó bienes públicos a las y los mexicanos, como educación básica universal y gratuita, tierras para cultivar, salarios más o menos remuneradores, instituciones de salud pública y medicina social, etc.
Todos estos bienes que el Estado provee no son, como el PRI lo quiso y aun lo quiere hacer ver, una graciosa concesión del partido en el gobierno, sino la obligación del gobierno de hacer cumplir los derechos de las personas. Esa fue una de las respuestas de Claudia Sheinbaum que Xóchitl no quiso encajar.
Xóchitl cree que, poniendo al mercado, a las empresas privadas, por, sobre todo, se solucionarán los problemas del país. Esa es su cultura. Nada le han enseñado los años que pasó como funcionaria pública con Fox, o como alcaldesa de la Miguel Hidalgo. Sigue en la postura neoliberal más ramplona. Por eso sus propuestas fueron tan limitadas y se concentró más en los ataques a Sheinbaum.
El mejor PRI tuvo una visión de Estado y pudo conducir al país por la vía del desarrollo estabilizador hasta mediados de los años sesenta. El PAN de Gómez Morin, de González Morfín, de Christlieb Ibarrola por su parte, tuvo una visión humanista, de un Estado social subsidiario y artífice de la justicia social. No las implementó desde la Presidencia porque ni Fox ni Calderón entendieron esta visión y se entregaron al neoliberalismo.
Pero ni el PRI de Alito ni el PAN de Marko se parecen a sus antecesores históricos y, junto con el PRD de Zambrano se hundieron en los negocios privados y el chambismo. Se vaciaron de ideología, de valores y contenido. Por eso poco le pueden aportar a Xóchitl. Y aunque lo quisieran hacer, no podrían, porque ella se declara independiente de los partidos; pero no los sustituye con una sólida visión de Estado y sociedad que fundamente políticas públicas, no ocurrencias. En este sentido Xóchitl está huérfana.
Y esa orfandad de partidos, de ideología y de proyecto no se resuelve ni obligando a volantear a las y los empleados del gobierno de Chihuahua, ni obligándolos a que pongan en sus estados: “Xochitl ganó el debate”. Así no, no se puede poner el nopal arriba del águila.