Los fantasmas qué visitan a AMLO en sus pesadillas

Opinión por: Gabriel Madrid Molina

En los pasillos del poder, entre las sombras de la noche, merodean los fantasmas de 171,085 muertos a lo largo de este sexenio. Cada rostro sin vida, cada historia arrebatada por la violencia desenfrenada visitan las pesadillas del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Detrás de cada uno de ellos hay una tragedia humana y un vacío insuperable para las familias que quedan atrás.

La estrategia gubernamental de «abrazos no balazos», pregonada con tanta vehemencia por AMLO, ha resultado ser un fracaso rotundo. En lugar de promover la reconciliación y la paz, esta política ha generado un aumento alarmante en los índices de violencia, haciendo de este sexenio el más sangriento de la historia reciente de México. Los números hablan por sí mismos y la retórica complaciente del gobierno no puede ocultar la cruda realidad de un país asfixiado por el crimen y la impunidad.

Pero la gran tragedia no solo se limita a las calles y los hogares afectados por la violencia. También, se extiende a las entrañas del sistema penitenciario mexicano, donde la corrupción, la segregación y el control del crimen organizado han convertido muchas prisiones en verdaderas bombas de tiempo. La drogadicción, los suicidios, las fugas y los homicidios son solo algunos de los síntomas de un mal más profundo que carcome la integridad y la eficacia de nuestras instituciones.

Es evidente que se necesita un cambio radical en la política de seguridad del país. No podemos permitir el sacrificio de vidas humanas en el altar de la indiferencia y la incompetencia. Es hora de abandonar las falsas promesas, las soluciones simplistas, y enfrentar la realidad con valentía y determinación.

AMLO y su gobierno deben rendir cuentas por su negligencia y su falta de acción. No pueden seguir ignorando el sufrimiento desesperado de millones de mexicanos que claman por justicia anhelando seguridad. Los fantasmas de más de 171,085 muertos en este sexenio deben ser un recordatorio constante de la urgencia por cambiar de rumbo, adoptar políticas efectivas que protejan la vida y cuiden la dignidad de todos los ciudadanos.

En medio de un panorama desolador marcado por la violencia y la inseguridad en México, la candidata Claudia Sheinbaum ha levantado una bandera que ha generado controversia y preocupación: la continuidad de la estrategia de «abrazos no balazos» del Gobierno Federal.

La decisión de Claudia Sheinbaum de seguir por este camino plantea interrogantes fundamentales sobre su capacidad de liderazgo y su compromiso con la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. ¿Cómo puede justificarse la continuidad de una estrategia que ha demostrado ser ineficaz e insostenible? ¿Qué garantías ofrece de que su gestión será capaz de revertir la espiral de violencia que ha envuelto al país?

En última instancia, el futuro de México no puede construirse sobre el dolor a causa de la violencia. Es hora de dejar atrás las pesadillas del pasado para trabajar juntos por un país donde la paz sea el resultado de la justicia más que simples palabras en un discurso político.