Las escuelas no saben de colores

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid 

Empiezan las campañas político electorales e inevitablemente los espacios radiofónicos, televisivos y redes sociales se verán inundados de propuestas y promesas en aras de conseguir la simpatía de los y las votantes de cara al 2 de Junio, día de la votación.

Históricamente, la valerosa familia magisterial ha participado de manera directa e indirecta en los diferentes procesos electivos ya sea integrando alguna planilla, fórmula o candidatura, aportando, en la gran mayoría de los casos su vasta experiencia, capacidad y talento en favor de sus representados. Es de todos sabido que, lamentablemente, algunos sólo se sirvieron atendiendo a sus intereses personales.

Al margen de situaciones conocidas de esos personajes, la clase política ha considerado las virtudes, cercanía con la comunidad y liderazgo de las y los docentes para contemplarlos como aliados en sus particulares propósitos; motivos de sobra tienen para ello.

Voltear a ver al magisterio exclusivamente como una masa poco pensante o carente de juicio sería un error, pretender congraciarse con ellos y ellas mediante dádivas u ofrecimientos alejados de los más elementales valores no es la ruta a seguir pues si bien es cierto que como seres humanos tenemos filias, fobias, simpatías o antipatías por unos colores o siglas, la escuela no los tiene.

Beneficiar con programas gubernamentales, institucionales o sociales es función y obligación de los entes municipales, estatales y federales; las promesas de proporcionar espacios escolares dignos, mejoramiento de infraestructura o construcción de nueva, brindar apoyos a los estudiantes y madres y padres de familia mediante becas y en general dar ayuda a los centros escolares y su colectivo en éstas épocas será sin duda bien recibida pero suponer que dichos apoyos son un cheque en blanco para que a ojos cerrados se comprometan a participar activamente en las campañas de cualquier partido político o coalición es insultar a la inteligencia.

La filosofía, formación y decisiones son y deben seguir siendo unipersonales para, si así lo determina el fuero interno, involucrarse con aquellos grupos políticos con el que se compartan visiones, metas y formas. El que su círculo cercano o ampliado decida de la misma forma, apoyarlos de manera libre y sin coacción alguna será por conocer su trayectoria, personalidad y capacidad y así coincidir en sus proyectos. No es lo mismo imponer u obligar que persuadir y convencer.

Todos los apoyos que la escuela pública y sus integrantes puedan recibir, sobre todo en estas fechas, será siempre bienvenida y más cuando se despojen de ideologías pensando en todo momento en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes y su entorno.

Las escuelas saben de carencias, no de colores.