Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Presentadas desde hace décadas, las luchas de miles de obreros rindieron frutos cuando lograron la instauración formal de las organizaciones gremiales; sangre, sudor y lágrimas quedaron impregnadas en la piel de aquellos quienes con una profunda convicción y visión, buscaron condiciones de equidad y justicia para la plantilla laboral.
Si bien es cierto que durante mucho tiempo las dirigencias sindicales cometieron abusos y un sinfín de excesos, en sus filas siempre contaron con gente valiosa quienes por el solo hecho de opinar haciendo uso de la razón y de su conciencia, fueron catalogados como disidentes o enemigos de los sindicatos. La cerrazón era una carta de presentación para la estabilidad de las congregaciones.
En la actualidad, los viejos paradigmas poco a poco empiezan a revertir nefastas tendencias, las libertades y democracias, de manera incipiente pero constante empiezan a arraigarse al interior de las representaciones sindicales usando el poder de la expresión y el uso de la palabra para proponer proyectos, ideas y exigencias.
Quizá la antigua escuela, acostumbrada a la vociferación y el chantaje por medio del corporativismo, se acostumbró a tomar medidas que, incluso, atentaban contra las propias instituciones perjudicando las fuentes de trabajo.
Hoy, un sindicalismo fuerte se caracteriza por la capacidad de persuadir, de dialogar y sentarse en la misma mesa que la parte patronal para llegar a acuerdos, negociaciones y puntos de convergencia que repercutan en beneficio de todos. Contemplar la empatía, la solidaridad y el entendimiento debe dejar de ser ya un tabú y tema inconcebible entre ambos entes.
Evidentemente el respeto con respeto se paga y el hecho de mostrar posturas de apertura no significa aceptar agresiones, violaciones o injusticias en aras del “buen entendimiento”, cuando se deba exigir, reclamar y/o protestar haciendo uso de las muy diversas formas siempre será válido cuando se transgredan los principios de la verdad y la justicia. El nuevo sindicalismo no debe aceptar tampoco conductas alejadas de la asunción de responsabilidades y obligaciones patronales.
Cuando al interior de las dirigencias gremiales se es capaz de escuchar activamente y de interactuar positivamente con las distintas corrientes de pensamiento e ideas de manera frontal y honesta, inevitablemente la fortaleza y la legitimidad de su actuar será mayor.
Pensar en conservar políticas de sano acercamiento con la autoridad pero sin doblegarse ante lo que perjudique a la base trabajadora es y debe ser una conducta perenne que a nadie debe asustar porque finalmente ambas partes deben cumplir los roles para los que fueron designados o electos.
…y sí, hay que tener sindicatos entregados, entregados a la razón, a la verdad, a la honradez y a la consecución de más y mejores salarios y prestaciones.