Callar no es la opción

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

Solicitar lo que la normativa, la Ley o la justicia consignan, no son actos de rebeldía ni intentos “desestabilizadores” como absurdamente se ha pretendido considerar a aquel o aquella que alza la voz, que exige, que critica pero a la vez propone en su búsqueda por que los procesos y actividades transiten por el camino de la rectitud y probidad.

Permanecer impávidos ante los atropellos y los ataques a la dignidad de las personas y de las instituciones es convalidar actos que por su misma negatividad, deberían eliminarse por completo.

Siempre, quien actúa ya sea por convicción o decisión propia o bien por mandato estatutario vía las organizaciones gremiales serán sujetos de escrutinio y adjetivación, exponiéndose incluso a ser catalogados como un peligro, en incómodos o en non gratos, y razón tendrán, pero lo serán solamente para quienes han hecho de la deshonestidad, de la corrupción, de la ineficacia, de la ineficiencia y de las agresiones su forma de vida.

El que las manifestaciones genuinas en el reclamo de las causas para preservar la equidad, la igualdad, la justicia y el respeto a los preceptos de la integridad sean vilipendiadas y asumidas como afrentas personales que ameritan cargar de adjetivos tan calumniosos como ruines hacia las y los que se atreven a denunciar, más parece un reconocimiento tácito a que las cosas se están haciendo bien.

Es preferible exponerse a ser señalados por actuar y opinar a ser condenado por ser indolente, apático o desidioso ante las actitudes y acciones que a la vista de todos representan un ataque a cualquier derecho humano. Callar no es la opción.

Nadie propone el vociferar o insultar basados en el derecho de libre expresión, los reclamos y demandas deben ser con pleno respeto a la honra y decencia, pero con firmeza, contundencia y con la fuerza de la razón para el logro de lo exigido.

Si hay que convertirse en un peligro, que así sea, mientras esto siga siendo considerado exclusivamente por los que precisamente representan ese peligro por sus actos, conductas y procederes.

Ganarse el respeto, el aprecio y el reconocimiento de propios y extraños es en gran medida, por la congruencia entre el decir y el hacer. No es tarea fácil y menos cuando las evaluaciones las hacen cientos o miles de representados. Mientras la mayoría avale y apoye la trayectoria personal y laboral valorando la calidad moral para hacer suyos los reclamos, lo demás será lo de menos.