Por: Mtro. José Luis Fernández Madrid
Todos los pedagogos y estudiosos del desarrollo infantil, de ayer y hoy, coinciden en la importancia de complementar con la educación formal los procesos educativos informales adquiridos por su propia experiencia en su interacción con el mundo que les rodea.
Por ello, los jardines de niños son la institución perfecta para propiciar a adquisición de habilidades, conductas y valores para que, de manera inicial, puedan convivir de manera sana y asertiva con sus semejantes.
Lamentablemente, no obstante que la propia legislación mexicana obliga, desde hace unos años, a los padres y madres de familia a ofrecer esta educación a sus hijos e hijas, las metas en la matriculación de éstos está muy lejos de alcanzarse, provocando que las aulas de las escuelas públicas poco a poco se encuentren vacías y los jardines de niños cierren sus puertas con las inherentes consecuencias laborales para el personal magisterial activo y de nuevo ingreso así como para los de apoyo a la educación. Sin duda una tragedia.
A pesar de los esfuerzos de los colectivos docentes para atraer a más infantes a sus instalaciones para poner su talento y vocación a su disposición, no se alcanzan los objetivos; conocemos infinidad de estrategias y acciones implementadas por las y los docentes, sin embargo, mientras no se cree un plan de acción institucional en el que se concatenen las actividades para la captación de alumnado, se avanzará muy poco en los propósitos.
Reconociendo que la creación de los jardines de niños fue en una época muy distinta a la actual, con una dinámica social distinta a la de ahora, con condiciones socioculturales diferentes, es como se explica, hay que decirlo, el limitado horario de atención a los niños y niñas, mismo que no responde a las necesidades de los padres y madres económicamente activos, por ello el surgimiento de las estancias infantiles a las que con la realidad de hoy, no se puede competir.
Por lo anterior, una propuesta incluso probada con éxito es extender los horarios de atención de la escuela pública. Si la salida es hasta la fecha al mediodía, la intención es que con la aplicación de actividades extraescolares como arte, deporte o idiomas ofrecidas por el mismo personal o bien por externos bajo la supervisión directiva, pero proporcionadas éstas con una remuneración extra, los niños y niñas seguirían estando en un entorno seguro, obteniendo los beneficios que la educación conlleva y así mismo se abatirían las necesidades de los padres y madres trabajadoras.
Es decir, el horario ampliado o extendido sería a modo de club de arte o deporte o escuela de idiomas atendido por maestros y maestras de la propia escuela, igual que como existen cientos o miles a los que, después de clases, acuden los niños, niñas y jóvenes.
Resulta obvio suponer que la regulación y reglamentación para ello deberá ser estrictamente definida y atendida por la autoridad para no dejar las cosas a la improvisación u ocurrencias.
¿Sueños guajiros? ¿Propuesta sensata? La intención en todo momento es la defensa de la escuela pública.