Maestros en formación = Perdedores

Por: Profr. José Luis Fernández Madrid 

Uno de los máximos orgullos en la educación de Chihuahua es y ha sido la Escuela Normal del Estado (hoy IBYCENECH), la cual, próxima a cumplir 118 años, en la actualidad vive un desafortunado cisma.

Para nadie es un secreto que durante muchos años la escuela formadora de docentes se convirtió en botín político y político-sindical, no obstante, su esencia y grandeza ha trascendido las mareas de intereses y pago de cuotas egresando estudiantes con altos estándares de calidad en su preparación y posterior incorporación en el ámbito laboral.

Hoy, por desgracia, la escuela se encuentra sumida en una vorágine de incertidumbre en donde los perdedores son sus estudiantes; sin la posibilidad de tomar sus asignaturas de manera cotidiana y continua ante la falta de maestros, los y las jóvenes pierden tiempo y dinero en acudir a las aulas sin la certeza de que recibirán sus clases.

 Con una dirección sumida en la indefinición que provoca falta de actividad, gestión y organización debido a la natural disonancia de no contar con el don de mando, presentándose así el viejo refrán de “El rey ha muerto, viva el Rey”, solo a la espera de que los tiempos políticos y circunstancias definan el momento adecuado.

Por si fuera poco, sigue la larga espera de la modificación al Artículo 802 del Código Administrativo vigente desde la década de los 70’s y por lo mismo inoperante y alejado de la realidad actual y que define los requisitos que debe reunir la planta docente para su incorporación a la cátedra en dicha institución educativa.

Como hace varios lustros no se veía, la Normal del Estado explotó para evidenciar que es un rehén de compromisos, intereses y prebendas enquistados, en la que algunos involucrados ven su coto de poder en riesgo y por ello se niegan a los cambios, actualizaciones y adecuaciones en toda su estructura.

Mientras, los alumnos y alumnas, siguen siendo los perdedores y lo seguirán siendo mientras sean considerados como el último eslabón de la cadena, cuando deben seguir siendo los primeros, a quienes y por quienes se debe la escuela y sus vetustas instalaciones. Seguir considerando su preparación y capacitación como segundona privilegiando la política suena a despropósito, sin embargo, en este conflicto interno es lo que se observa para desgracia de la educación futura de niños, niñas y adolescentes.

Urge una definición administrativa y académica que le brinde la certeza, la paz laboral y el despegue profesional de todos quienes integran tan grande y noble escuela de nivel superior; dejar las cosas al tiempo generará el desprestigio que tal vez, mentes perversas y alejadas del espíritu normalista tanto desean.

Lastimosamente, son pocas las voces, por no decir escasas, que desde adentro de la propia institución anhelan estabilidad, tranquilidad y orden en la misma. Y si hay más, no se escuchan, no se ven, no se sienten y eso los convierte en cómplices de fraguar un estado caótico que perjudica a sus siempre esforzados y talentosos estudiantes.

Es imperioso definir, darle rumbo y certeza a la IBYCENECH.

¡Por una Normal viva, que viva la Normal!