Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Las difíciles circunstancias socioeconómicas que, desafortunadamente, aquejan a la comunidad en general, son factor para que los procesos educativos presenten ciertas barreras en la búsqueda del logro de sus objetivos; por ello, reviste especial importancia el que las instituciones educativas de todos los niveles cuenten con profesionales de alto nivel, con conciencia social y amplios principios éticos a fin de hacer mancuerna con los y las docentes.
Desde hace más de 65 años, la Escuela de Trabajo Social de nuestro Estado, muchas veces infravalorada, ha venido egresando profesionistas que se convierten en un aliado imprescindible para el óptimo desarrollo de los centros educativos de cualquier nivel.
Lastimosamente, será por falta de difusión, por la zona en la que está enclavada o por ignorar su importancia, pero dicha Escuela, no obstante de tener entre sus filas a un personal académico preparado y comprometido, de que ha contado y cuenta con muy valiosos y comprometidos directivos, sin dejar de mencionar que sus estudiantes comprenden a la perfección la trascendencia de su labor, transita por el mar de las necesidades de atención inmediata, urgiendo que sea reconocida ( no de dientes para afuera) y que esto implique una mayor proyección y destino de recursos para el ofrecimiento de esa calidad en la educación que nunca ha fallado.
Porque los trabajadores sociales no solamente se encargan de realizar estudios socioeconómicos, sino que potencian su capacidad de gestión en beneficio de los educandos y las instituciones, los egresados están preparados para convertirse en guías y orientadores de las expectativas de los estudiantes a su cargo, y no obstante, en las escuelas aún se carece de espacios para ellos.
A la par, es escasa en demasía la oferta estudiantil de especialistas en Gerontología y esta noble institución cuenta en su oferta académica con esta opción tan necesaria en la actualidad.
En nuestro andar magisterial seguramente hemos coincidido con orgullosos egresados que realizan sus funciones con altos estándares de eficiencia y eficacia, es su naturaleza y vocación; la cotidianidad de las instituciones educativas no transcurriría de la misma forma en su ausencia, por ello, su presencia es de extrema necesidad. Ignorarlo es ofender a una escuela de nivel superior con características especiales; ignorarlos es faltar al respeto de miles de profesionales que se desviven por entender y guiar a la sociedad.
Que el aprecio y el respeto por la Escuela de Trabajo social se vea reflejado en acciones y actividades en su beneficio, se lo merecen. Que así sea.