Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Aletargado pero siempre expectante, agazapado pero alerta, con la chispa adecuada, el monstruo salió de nuevo a las calles con hambre y sed de justicia.
Ni la amenazas, ni los intentos de boicot fueron suficientes para detener la marcha de miles de maestros y personal de apoyo a la asistencia a la educación en la exigencia de un derecho inalienable y por la protección del interés superior de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Desestimar la convocatoria encendió la llama del monstruo que aún sigue aquí, vigente y actuante para despertar conciencias y motivar reacciones. Este monumental movimiento levantó de sus asientos a muchos, los obligó a parar orejas y les ha puesto a pensar y repensar sus estrategias futuras al haberles hecho ver que las previas, han sido un cúmulo de absurdos y sin sentidos.
Harto de los agravios, de los atropellos e insultantes acciones en su contra, el monstruo recorrió avenidas, apostándose en el centro neurálgico de la toma de decisiones para continuar visibilizándose y recordar que está vivo, que prudente y mesuradamente solo observaba y se resistía a su naturaleza combativa ante las agresiones, pero cuando fue demasiado, se levantó y con ello, cimbró las estructuras de una campaña orquestada para perjudicar su origen, su esencia, su razón de ser.
No fue necesario fingir, simular o chantajear, el monstruo, por su propia naturaleza, por sus convicciones y génesis movió sus pies, su mente y su corazón exigiendo lo que de suyo es. Con su despertar ha mandado el mensaje de que en lo posterior deberán evitar incitarlo, pues el grito de respeto y justicia fue claro, contundente y exageradamente ruidoso.
Y no, ni los calumniosos adjetivos de haber sido obligado o manipulado para defender con valentía su postura harán mella en ese multitudinario monstruo que ha demostrado una vez más que no pueden jugar con él, so pena de ser devorados.
Su nuevo caminar será sin duda, un parteaguas en la relación que habrá de aquí en delante entre los entes involucrados en el hecho educativo.
… que aún siga ahí.
